La conciencia podría surgir de nuestro antiguo “cerebro reptil”, sugiere neurocientífico
Publicado el 25 Sep 2025
© Imagen: depositphotos.com

La idea del “cerebro de lagarto” ha fascinado tanto a la cultura popular como a la ciencia, planteando que estructuras primitivas influyen en nuestra conducta y hasta en la conciencia. Pero ¿qué hay de cierto en esta noción y qué nos dice hoy la neurociencia sobre su papel real en el cerebro humano?

El llamado “cerebro de lagarto” y la conciencia humana

La idea de que una parte primitiva del cerebro controla buena parte de nuestra conducta y hasta de la conciencia ha captado la atención pública desde hace décadas. Popularmente se le conoce como el “cerebro de lagarto” o “reptiliano”, y ha sido motivo de múltiples interpretaciones, tanto en la ciencia como en la divulgación cultural. Un reciente artículo retomó este debate, planteando la pregunta de hasta qué punto estructuras cerebrales antiguas influyen en nuestros procesos conscientes.

En una revisión de más de un siglo de investigación científica, el neurocientífico Dr. Peter Coppola examinó estudios de estimulación, experimentos con animales e informes de casos neurológicos.

Basándose en esta amplia evidencia, el Dr. Coppola sostiene que la conciencia podría surgir de nuestro antiguo “cerebro de lagarto”.

Si fuera cierto, eso significaría que la conciencia no es un rasgo tan exclusivamente humano como los científicos habían pensado alguna vez.

El Dr. Coppola afirma:

“Estos informes son una prueba sorprendente que sugiere que tal vez las partes más antiguas del cerebro sean suficientes para la conciencia básica.

A su vez, esto puede influir en la atención al paciente, así como en cómo pensamos sobre los derechos de los animales.

De hecho, la consciencia podría ser más común de lo que pensábamos”.

Origen del concepto

El término proviene del modelo del cerebro tríuno, formulado en los años sesenta por el neurocientífico Paul MacLean. Este modelo describía tres capas evolutivas: un cerebro reptiliano (responsable de la supervivencia e instintos básicos), un sistema límbico (emociones) y el neocórtex (procesos racionales y abstractos). Con el tiempo, esta explicación ganó popularidad en libros y conferencias, donde se usó como metáfora de la lucha entre impulsos y razón.

La visión desde la neurociencia actual

Las investigaciones más recientes muestran que el cerebro humano no está dividido en compartimentos aislados que actúen de manera independiente. En lugar de una estructura en capas rígidas, se habla de redes interconectadas. Regiones que consideramos “antiguas”, como la amígdala o el tronco encefálico, trabajan en conjunto con áreas más modernas del neocórtex.

Estudios comparativos entre reptiles y mamíferos han encontrado similitudes en tipos de neuronas y patrones de activación. Esto sugiere que muchas funciones básicas ya estaban presentes en antepasados comunes y que la evolución no se dio por reemplazo total, sino por integración y adaptación de sistemas.

El Dr. Coppola afirma que los científicos han estado subestimando la importancia de las regiones más antiguas del cerebro. Él analizó un tipo de experimento llamado estudio de estimulación en el que se utiliza electricidad o imanes para interferir con partes del cerebro.

Los científicos habían pensado anteriormente que la conciencia, la percepción subjetiva de la experiencia, se producía en la región externa del cerebro, más recientemente evolucionada, conocida como corteza

Los científicos habían pensado anteriormente que la conciencia, la percepción subjetiva de la experiencia, se producía en la región externa del cerebro, más recientemente evolucionada, conocida como corteza. Crédito de imagen: Peter Coppola

El papel de estas estructuras en la conciencia

La conciencia sigue siendo uno de los grandes enigmas de la ciencia. Lo que se sabe es que involucra tanto a regiones corticales como a núcleos profundos. La comunicación constante entre estas áreas parece ser clave para generar experiencias subjetivas, memoria y toma de decisiones.

En este sentido, hablar de un “cerebro de lagarto” que controla la conciencia es más una metáfora que una descripción literal. Sin embargo, sí refleja una realidad importante: las estructuras más antiguas siguen cumpliendo funciones esenciales y participan activamente en la forma en que percibimos y respondemos al mundo.

Según el Dr. Coppola, las regiones más antiguas del cerebro eran muy importantes para la conciencia, pero no fue suficiente para demostrar que el cerebro del lagarto por sí solo era capaz de producir conciencia.

Para dar ese salto, el Dr. Coppola analizó casos en los que a personas y animales se les habían dañado o extirpado partes del cerebro.

Incluso sin esta parte supuestamente vital del cerebro, los animales eran capaces de mostrar emociones, acicalarse, criar a sus crías e incluso aprender.

Esto sugiere que la subcorteza por sí sola es suficiente para producir algún nivel de experiencia consciente. Sin embargo, esto no significa que la corteza y el neocórtex no aporten nada a nuestra conciencia humana.

Más allá del mito

Aunque la expresión “cerebro reptiliano” no se ajusta con precisión a la complejidad neurológica, ha servido como puente para que muchas personas reflexionen sobre la relación entre instinto y razón. La ciencia actual, no obstante, invita a matizar: no se trata de un cerebro dividido en compartimentos que luchan entre sí, sino de un órgano integrado, resultado de millones de años de evolución.

En casos excepcionales, los niños pueden nacer sin la mayor parte de su neocórtex (en la imagen), pero aun así parecen tener una experiencia consciente. Esto sugiere que solo las regiones más antiguas son necesarias para la conciencia.

En casos excepcionales, los niños pueden nacer sin la mayor parte de su neocórtex (en la imagen), pero aun así parecen tener una experiencia consciente. Esto sugiere que solo las regiones más antiguas son necesarias para la conciencia. Crédito de imagen: Shewmon et al. (1999)

Una visión en construcción

La investigación neurocientífica avanza cada año, y lo que hoy entendemos sobre el cerebro seguirá evolucionando. Lo que queda claro es que las estructuras consideradas primitivas no son vestigios sin relevancia, sino piezas clave del engranaje que sustenta nuestras emociones, conductas y niveles de conciencia.

Los hallazgos de la investigación titulada “A review of the sufficient conditions for consciousness” han sido publicados en la revista Neuroscience & Biobehavioral Reviews.

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Por: CodigoOculto.com

Redacción CODIGO OCULTO

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La verdad es más fascinante que la ficción.

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