Debido al descubrimiento de varios fragmentos de la aeronave la investigación cambió su rumbo y los científicos sugieren que hasta el momento las labores de búsqueda han sido realizadas en el sitio equivocado.
Los científicos detrás de la búsqueda de los restos del vuelo MH370 de Malaysia Airlines, que desapareció de los radares el 8 de marzo de 2014, están más seguros que nunca de saber dónde se encuentran las piezas faltantes. Sin embargo, luego de 27 meses, se han detenido los avances por falta de fondos.
Hace dos semanas, la Australian Transport Safety Bureau admitió que en un área de 46,000 millas cuadradas en el sur del Océano Índico, donde la búsqueda se ha llevado a cabo «es poco probable que contengan el avión desaparecido.»
Al mismo tiempo sugirieron que «la más probable ubicación» del Boeing 777 sea un área de 9.600 millas cuadradas del norte del área original de la búsqueda.
Inmediatamente después de esas declaraciones, el ministro australiano de transporte, Darren Chester, dijo que hasta que se tengan «pruebas creíbles» para fijar una ubicación más específica, la búsqueda actual, que ha costado unos $ 150 millones, terminará pronto y una nueva no será aprobada.
Una nueva estrategia
En un principio y gracias al uso de herramientas de localización, datos de satélite y los últimos mensajes recibidos de la aeronave, se trazó una posible trayectoria pero nunca se logró ubicar el punto exacto de la caída del Boeing 777 malasio. Sin embargo, con el descubrimiento inesperado en el verano de 2015 y en junio de 2016 de varios restos y dos piezas claves de las alas («flaps») la investigación cambió de rumbo y se decidió determinar qué fenómenos naturales y climatológicos (vientos, lluvia, olas, etc.) habrían provocado tal distribución de los escombros para intentar ubicar el punto de caída exacto.
Para ello, se contó con la ayuda la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA), que proporcionó datos de satélites que monitorean las aguas y colocó en todos los océanos boyas que recuperan el registro histórico diario de las condiciones marítimas. Además, fueron construidas y lanzadas al mar réplicas de las piezas encontradas para evaluar la forma y la velocidad en que flotaban, así como la acción del viento y de las olas sobre ellas.
¿Qué se espera?
Con ello se ha logrado determinar que el punto de origen de la caída puede estar unos 15 kilómetros más al norte de la zona de búsqueda actual, y se espera recuperar el registro histórico diario de las condiciones del océano y hacer un seguimiento de los escombros trazando la ruta inversa.
¿Cientos de millones en vano?
Aunque el Ministerio de Transporte de Australia califica estas pruebas de «creíbles», hasta el momento se han gastado más de 150 millones de dólares y se requiere todavía un financiamiento del que por ahora nadie está dispuesto a hacerse cargo.
Hay, por supuesto, una anomalía casi inexplicable y flagrante: No se ha gastado ni un centavo en la realización de una búsqueda sistemática de los desechos. Todos los escombros hasta ahora han sido descubiertos ya sea por aficionados dedicados o, por casualidad, por personas que caminan en las playas. Y, sin embargo los restos han sido fundamentales para llegar a las nuevas conclusiones convincentes sobre la probable ubicación del avión accidentado.
Tan cerca y tan lejos.
0 comentarios