El temor a la muerte está profundamente arraigado en la conciencia humana, pero ¿y si la muerte no fuera más que un espejismo? Los antiguos egipcios sostenían esta opinión, recogida en el enigmático Libro de los Muertos. Hay tres enigmas que desvelan la realidad de la vida, la muerte y la existencia perpetua.
Estos secretos demuestran que la muerte es sólo un pasaje, no una cesación, y afirman nuestra continuidad eterna.
Primer Secreto: El Principio del Universo
El primer misterio del Libro de los Muertos se refiere al origen del cosmos. Comprender la naturaleza ilusoria de la muerte exige comprender la existencia misma. Un fragmento del Libro de los Muertos proclama:
“Soy uno, viéndome dividido. Soy dos, cuatro y ocho. Soy el universo en la diversidad. Soy mis transformaciones. Esta es mi reunión”.
Este fragmento interpreta la creación como un fenómeno numérico y no físico. La base del universo no está en la materia, sino en la conciencia, el pensamiento y los números. Antes de la formación del mundo material, sólo existía una conciencia cósmica singular, el Absoluto. El Big Bang significa la fragmentación de esta unidad en numerosas conciencias distintas, dando lugar al universo material.
El primer secreto del Libro de los Muertos sugiere que nuestra realidad es un sueño matemático colectivo, una mera ilusión creada por la mente. Nuestra existencia se extiende más allá de la vida física del cuerpo, representando la manifestación de la mente eterna dentro de un recipiente material.
Segundo secreto: convertirse en serpiente
Ahora que sabemos que eres una conciencia eterna independiente del cuerpo, surge la pregunta: ¿qué es entonces la vida y la muerte? El segundo secreto del Libro de los Muertos, llamado “Convertirse en Serpiente”, proporciona la respuesta.
El Libro de los Muertos describe así el proceso de transformación:
“Una serpiente, habiendo consumido polvo y carne descompuesta, discierne los misterios de su piel muda. Con la máscara de la muerte, comprendo los espejismos del tiempo. Me transformo. Florezco más allá de la cáscara de papel que una vez me definió”.
La metáfora sugiere que la muerte no es más que una transición, similar a la de una serpiente que muda de piel. Mientras que el cuerpo puede perecer, la conciencia perdura eternamente. Más allá de la muerte, la forma física puede deteriorarse, pero la conciencia eterna persiste, potencialmente para renacer en una nueva forma para seguir evolucionando y progresando.
Todo en el mundo está en un estado de cambio constante, y el cuerpo humano no es diferente. Sin embargo, como conciencia eterna, nunca dejas de existir. Simplemente pasas de una existencia a otra, acumulando nuevas experiencias y sabiduría.
Tercer secreto: Volver a casa es el propósito de la vida
Se dice que el tercer secreto del Libro de los Muertos desvela el propósito de nuestra existencia. Postula que si éramos una conciencia singular antes del Big Bang, entonces el proceso de encarnación y evolución es nuestro camino de vuelta a esa unidad prístina.
Los antiguos egipcios creían que la vida material y la reencarnación eran esenciales para la autosuperación y la evolución, que en última instancia conducían a la inteligencia divina. En el ámbito de las matemáticas, la perfección equivale a la simetría, lo que sugiere que, como seres eternos de conciencia, debemos aspirar a la armonía personal y colectiva.
En última instancia, cuando alcancemos la perfección y la armonía, dejaremos de necesitar una forma física y volveremos a un estado de conciencia pura, fundiéndonos en una entidad singular. Esta culminación de la unidad se conoce como el Punto Omega.
Los tres secretos del Libro de los Muertos trascienden los meros mitos antiguos. Encarnan profundas ideas filosóficas que revelan que la muerte no es más que una ilusión y que existimos como conciencias eternas más allá del tiempo y el espacio. Nuestro destino final es recuperar nuestra unidad perdida a través de la búsqueda del conocimiento, el crecimiento personal y la evolución.
Ahora que estos misterios han sido desvelados, podemos transformar nuestra visión de la muerte y abrazar la convicción de que la vida es eterna, persistiendo más allá de nuestra desaparición física. El Libro Egipcio de la Vida revela que somos una conciencia singular que se experimenta a sí misma a través de numerosas vidas. Somos deidades que llegan a realizar su auténtico ser.
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