Muchos han catalogado el hallazgo como uno de los más sorprendentes del nuevo siglo. Se trata de una biblioteca compuesta por decenas de libros de plomo de miles de años de antigüedad. ¿Quién los hizo? ¿cuál es su contenido?

Los detalles que rodean este descubrimiento no salieron a la luz hasta 2010, unos años después de su hallazgo. Sin embargo, la historia de este descubrimiento comenzó mucho antes.

El hallazgo de los libros de plomo

En el norte de Jordania hubo una inundación inusual para estos lugares. Poco después de que las aguas retrocedieran, un granjero beduino jordano se encontraba en la zona y apacentaba un rebaño de cabras. Era conocido por conocer muy bien la zona. En un momento dado, le llamó la atención un objeto que creaba un particular resplandor del sol.

Cuando se acercó, descubrió que esos reflejos estaban causados por un objeto que parecía un libro de hojalata. Las páginas estaban hechas de una lámina de plomo muy fina y unidas con alambre metálico.

Símbolos en uno de los códices de plomo. Crédito de imagen: © David Elkington

Recogió el objeto del suelo y empezó a buscar cualquier otra cosa de interés. Tras varias horas de búsqueda, encontró un total de 70 libros antiguos hechos de láminas de plomo, que habían permanecido ocultos a la vista todo este tiempo.

El granjero no tardó en darse cuenta de que podría enriquecerse fácilmente con este hallazgo. Así que no tenía intención de entregar los libros al Estado, sino que empezó a buscar a alguien a quien vendérselos. Finalmente dio con un árabe bastante rico que vivía en Israel llamado Hassan Saida. Por lo que se sabe, las negociaciones se prolongaron durante bastante tiempo, ya que ambos nunca llegaron a ponerse de acuerdo sobre el precio final.

Finalmente, se llegó a un consenso mutuo y Hassan Saida pasó de contrabando el asombroso hallazgo -los libros de plomo- de Jordania a Israel. Entretanto, cierta información sobre el hallazgo se filtró al mundo académico y al aparato estatal.

Disputa por los libros de plomo

Como resultado, Jordania e Israel empezaron a discutir entre sí sobre a quién pertenecía el hallazgo histórico. El gobierno jordano declaró que debían devolverse los manuscritos exportados ilegalmente. Sin embargo, el nuevo propietario y las autoridades gubernamentales israelíes no tenían prisa, pues eran muy conscientes del incalculable valor de semejante hallazgo.

Símbolos grabados sobre uno de los códices de plomo. Crédito de imagen: © David Elkington

El tiempo dirá si Israel demuestra su propiedad de esta misteriosa biblioteca, pero las autoridades jordanas se toman en serio la devolución de lo que creen que debería ser suyo. Por ahora, mientras continúa la disputa entre ambos países por la propiedad del histórico hallazgo, los investigadores (con el permiso del actual propietario del hallazgo) intentan descifrar el contenido de los 70 libros.

Curiosamente, los libros son de tamaño muy pequeño. La mayoría tienen el tamaño de un pasaporte, y los más pequeños no son mayores que una “tarjeta de crédito”. Los números y caracteres escritos no están grabados en las páginas de metal, sino fundidos; el autor o autores debieron de realizar esfuerzos inimaginables para crear estos libros.

Contenido en tres idiomas

El texto que contienen está en tres idiomas, arameo, hebreo y griego. En muchos lugares hay incluso algunas inserciones jeroglíficas. Sin embargo, ahora sabemos que la mayor parte del texto está encriptado, por lo que los científicos no han podido desentrañar su significado.

Los científicos que investigan el hallazgo ni siquiera pueden determinar su antigüedad exacta. Por el momento, se cree que los libros de plomo tienen al menos 2.000 años. A pesar de que la mayor parte del texto está encriptado, los científicos pudieron reconocer al menos una característica sensacional. Algunos de los 70 libros tratan con gran detalle sobre Jesús.

También hay un retrato de una persona desconocida, que bien podría ser una imagen del propio Jesús. Si esta hipótesis se demostrara de algún modo, causaría sensación.

El investigador David Elkington, cuya especialidad es la arqueología religiosa, fue uno de los primeros estudiosos en poner sus manos en el hallazgo.

Es este hombre quien dirige actualmente a un grupo de científicos que intentan que este notable descubrimiento se coloque en un museo jordano. Además, este erudito ha sugerido que estos artefactos de libros históricos pueden llegar a superar incluso a los pergaminos del llamado Mar Muerto.

El “rostro de Dios” en los códices de plomo. Crédito de imagen: © David Elkington

Reliquia cristiana

La investigadora Margaret Barker (predicadora metodista británica y estudiosa de la Biblia) afirma que las numerosas circunstancias que rodean este notable hallazgo sugieren que puede tratarse de una reliquia de origen cristiano primitivo.

Barker dijo en un comunicado:

“Sabemos que al menos dos grupos de cristianos, huyendo de la persecución en Jerusalén, cruzaron lo que hoy es Jordania en algún lugar alrededor de Jericó, y viajaron hacia el este a lo largo de una ruta que está muy cerca de donde se encontraron los libros de plomo.

Otro factor que apunta a un origen cristiano temprano es que en nuestro caso no se trata de rollos, sino de códices. La escritura en forma de códices es un rasgo muy característico de la cultura cristiana primitiva”.

Barker también confirma la teoría del profesor Philip Davies de la Universidad de Sheffield y experto en el Antiguo Testamento, quien afirma que una de las pruebas directas son los dibujos de los libros, que, por ejemplo, representan Jerusalén y la cruz del Calvario, e incluso los propios edificios, que obviamente estaban situados cerca del lugar donde tuvo lugar la crucifixión de Jesús.

A pesar de todo, es posible que los pergaminos fueran realizados en última instancia por alguien distinto de las personas que rodearon a Jesucristo. En ese caso, se trataría sin duda de una sensación de grandes proporciones.

La aparición de estos libros ya había sido predicha. En la década de 1950, el Dr. Hugh Schonfield estaba traduciendo el Documento de Damasco, uno de los Manuscritos del mar Muerto, cuando se dio cuenta de que el texto hablaba de un libro de metal, un objeto muy sagrado que, según sugería el texto, tenía un retrato del Santo en su cubierta. Ésta es una buena descripción del códice principal del descubrimiento.

[FT: AO]

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