En el año 1997, un extraño sonido proveniente de las profundidades fue captado en el océano Pacífico. El sonido de frecuencia superbaja se asemejaba a la “voz de una mujer” y fue denominado “Julia”. Durante muchos años, siguió siendo el ruido no identificado más fuerte nunca antes registrado bajo el agua.
Las profundidades de los océanos han sido fuente de leyendas, fascinación y terror desde tiempos inmemoriales, y no es difícil entender por qué.
Sabemos más de la superficie de la Luna que de nuestros propios fondos marinos, y aún queda por explorar más del 80% de los océanos de la Tierra.
No es de extrañar, por tanto, que las olas den lugar a innumerables fenómenos que incluso los científicos más cualificados se esfuerzan por explicar.
Aterrador sonido en el fondo del océano Pacífico
Una de estas curiosidades se detectó el 1 de marzo de 1999, cuando la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) captó un misterioso sonido en las entrañas del Pacífico ecuatorial oriental.
La grabación se realizó con una serie de hidrófonos (micrófonos que detectan las ondas sonoras bajo el agua), separados por cientos de kilómetros.
Era lo suficientemente fuerte como para ser captado en toda la región, y sonaba extrañamente como la voz de una mujer tarareando o murmurando.
Por eso se le conoce con el nombre femenino de “Julia“.
La NOAA admitió que no podía precisar con exactitud de dónde procedía el murmullo, limitándose a decir que su punto de origen podía estar entre el estrecho de Branfield (una masa de agua situada entre las islas Shetland del Sur y el extremo de la península Antártica) y el cabo Adare, en la Antártida oriental.
Escucha a “Julia” a continuación:
Surgen las explicaciones y teorías
En aquel momento tampoco pudieron ofrecer una explicación concreta de la causa de la rareza. Inevitablemente, esta incertidumbre provocó un aluvión de teorías conspirativas y la desinformación no tardó en propagarse por Internet.
Desde criaturas marinas desconocidas, sirenas, o hasta OVNIs fueron mencionadas…
Sin embargo, la NOAA concluyó posteriormente que la “fuente más probable del sonido” era un gran iceberg que había encallado frente a la Antártida.
Y, de hecho, Julia no es el primer sonido enigmático de este tipo que se capta en los mares del mundo.
En 1997, se detectó un profundo sonido “bloop” en algún lugar de la costa de Chile -de nuevo, en el océano Pacífico- y durante años fue el ruido no identificado más fuerte registrado bajo el agua.
Como en el caso de Julia, abundaron las teorías sobre su procedencia: algunos sugirieron que era el resultado de ejercicios militares secretos y otros se preguntaron si había emanado de una criatura gigante de las profundidades marinas.
El ruido, conocido como “Bloop”, tenía una frecuencia ondulante que recordaba en cierto modo a los ruidos de las ballenas, como informa Science Alert.
Sin embargo, fue detectado por hidrófonos en un radio de más de 5.000 kilómetros. Para llegar tan lejos, el sonido tendría que haber sido mucho más fuerte que cualquier otro que pudiera producir un animal submarino, por grande que fuera.
También hay que señalar que el sonido Bloop con el que la mayoría de la gente está familiarizada ha sido, de hecho, acelerado. La grabación sin modificar es 16 veces más lenta, lo que significa que sonaba más como un trueno rodante que como el rugido de un pulpo gigante u otra bestia hipotética.
Además, a medida que los investigadores de la NOAA fueron instalando más hidrófonos alrededor de la Antártida, se convencieron cada vez más del verdadero origen del Bloop.
Y “fue allí, en la solitaria masa de tierra más meridional de la Tierra, donde finalmente descubrieron el origen de esos estruendosos retumbos de las profundidades en 2005”, revela un post en la página web de la NOAA.
“El Bloop era el sonido de un terremoto de hielo: ¡un iceberg resquebrajándose y desprendiéndose de un glaciar antártico!”.
Más recientemente, nuevos hidrófonos han registrado ruidos similares al Bloop y Julia en el océano austral y el Atlántico, que también se han atribuido a terremotos de hielo.
En 2012, el sismólogo Robert Dziak declaró a WIRED que los hidrófonos de la NOAA captan decenas de miles de sonidos similares al Bloop en el océano cada año.
Y como la pérdida de hielo en la Antártida sigue acelerándose a un ritmo profundamente alarmante, deberíamos esperar muchos más terremotos de hielo -y, por tanto, más Bloops y Julias- en el futuro.
Tenemos algo para decirte: Visítanos en Facebook. Únete a la discusión en nuestra comunidad en Telegram. Y si te es posible, apoya nuestro trabajo invitándonos un café. ¡Te lo agradecemos!
Crédito imagen de portada: depositphotos.com
0 comentarios