El derretimiento de los casquetes polares está reescribiendo el tiempo de la Tierra y podría provocar el primer “segundo bisiesto negativo” de la historia.
En un giro que podría tener graves consecuencias para el mundo digital, la rotación de la Tierra está cambiando, y el cambio climático provocado por el hombre desempeña un papel importante. Las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida se están derritiendo rápidamente, alterando la forma del planeta e influyendo en su giro natural. Los científicos afirman que esto podría obligarnos a aplicar un “segundo bisiesto negativo” por primera vez en la historia.
El cronometraje de precisión y la danza de la Tierra
La rotación de la Tierra ha definido históricamente nuestro concepto del tiempo. Una vuelta sobre su eje y es un nuevo día. Pero nuestro planeta no es un reloj de precisión infinita. En su rotación influyen numerosos factores, como la Luna, los océanos, la atmósfera e incluso los movimientos de su núcleo líquido.
Aunque estas variaciones suelen ser menores, requieren ajustes para mantener nuestro reloj atómico -el abanderado de la precisión horaria- alineado con la rotación de la Tierra. Aquí es donde entran en juego los segundos intercalares, un segundo extra que se añade (o teóricamente se resta) al Tiempo Universal Coordinado (UTC, por sus siglas en inglés) para garantizar que nuestros relojes coinciden con la realidad astronómica.
El cambio climático y el enigma de los segundos intercalares
Durante décadas, la Tierra se ralentizó, lo que llevó a añadir 27 segundos bisiestos desde 1972 para compensar. Sin embargo, la tendencia se ha invertido. El planeta se acelera sutilmente. Los expertos atribuyen esta aceleración a procesos que tienen lugar en el núcleo de la Tierra.
Sin embargo, el deshielo de las capas de hielo ejerce un efecto contrario. A medida que el hielo se convierte en agua y fluye hacia el ecuador, la protuberancia ecuatorial de la Tierra aumenta y se vuelve ligeramente más esférica. Piense en un patinador artístico: cuando extiende los brazos, su giro se ralentiza. Esta redistribución de masas está ralentizando sutilmente la rotación de la Tierra.
Un nuevo estudio publicado en Nature concluye que el deshielo está retrasando varios años la necesidad de un posible segundo salto negativo.
Patrizia Tavella, de la International Bureau of Weights and Measures, dijo en un comunicado:
“Nunca se ha añadido ni probado un segundo bisiesto negativo, por lo que los problemas que podría crear no tienen precedentes”.
El problema digital de un segundo bisiesto
Aunque un segundo pueda parecer insignificante, nuestra infraestructura digital depende de un cronometraje hiperpreciso. Las bolsas y muchos otros sistemas dependen de una precisión de milisegundos. Añadir un segundo no es un gran problema, ya que los sistemas están programados para este ajuste. Sin embargo, restar un segundo es otra historia.
Duncan Agnew, geofísico de la University of California en San Diego y autor del estudio, dijo en un comunicado:
“Nadie había previsto que la Tierra se aceleraría hasta el punto de tener que eliminar un segundo intercalar.
Cuando haya que introducir un segundo bisiesto negativo, será necesario reprogramar los sistemas, lo que creará un importante potencial de errores en un mundo que depende tanto de la tecnología digital”.
Ted Scambos, glaciólogo de la University of Colorado Boulder, destaca la importancia del estudio. Pone de relieve que los cambios recientes en el núcleo de la Tierra están empezando a superar los efectos del deshielo.
Scambos dijo a CNN sobre el estudio:
“Es un momento de ‘yikes’ para algunas aplicaciones informáticas”.
La mano de la humanidad en la alteración del propio tiempo
La idea de que la humanidad haya alterado una característica fundamental del comportamiento de la Tierra resulta sorprendente para muchos. Como concluye Duncan Agnew del Institute of Geophysics and Planetary Physics, “ser capaz de decir que se ha derretido tanto hielo que realmente ha cambiado la rotación de la Tierra en una cantidad mensurable, creo que te da la sensación, vale, esto es algo grande”.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en la revista Nature.
Fuente: Time
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Crédito imagen de portada: depositphotos.com
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