La última patente de Nikola Tesla, expedida en 1928 con el número 1.655.114, se refería a una máquina voladora con características similares a las de un helicóptero y un avión. Se dice que, en el ocaso de su vida, Tesla elaboró los planos de un motor diseñado específicamente para naves espaciales.
¿Descubrió Nikola Tesla los secretos de la antigravedad?
Nikola Tesla es ampliamente reconocido como un inventor pionero cuyas contribuciones han dado forma a la tecnología moderna. Muchas de las comodidades que hoy damos por sentadas, como la radio, la televisión, la electricidad de corriente alterna, la bobina de Tesla, la iluminación fluorescente y el radar, entre otras, tienen su origen en el ingenio de Tesla. Su amplio abanico de inventos incluye también dispositivos de radiocontrol, robótica, rayos X y microondas.
Dado su espíritu innovador, no es de extrañar que Tesla se aventurara también en el campo de la aviación y, potencialmente, de la antigravedad. Su última patente, publicada en 1928 con el número 1.655.114, describe una máquina voladora con características que recuerdan tanto a los helicópteros como a los aviones. Además, antes de su muerte, Tesla supuestamente elaboró planes para un motor de nave espacial, al que se refirió como el Space Drive o el drive of the anti-electromagnetic field (Accionamiento Espacial o el accionamiento del campo antielectromagnético, en español).
En su conferencia para el Emigrant Welfare Institute en mayo de 1938, Tesla habló de su Teoría Dinámica de la Gravedad, destacándola como uno de los dos descubrimientos revolucionarios que había desarrollado meticulosamente entre 1893 y 1894. Desgraciadamente, la información exhaustiva sobre estos descubrimientos es escasa debido a la clasificación de los documentos de Tesla por motivos de seguridad nacional. A pesar de los esfuerzos de investigadores como William R. Lyne por acceder a estos documentos, siguen estando restringidos, lo que impide una comprensión más profunda del trabajo de Tesla.
En la conferencia mencionada, Tesla se mostró optimista sobre la posibilidad de avanzar en su investigación y compartir sus teorías con el mundo. Sin embargo, el alcance total de sus contribuciones a la ciencia y la tecnología, en particular en el campo de la antigravedad, sigue envuelto en el secreto.
Dos grandes descubrimientos de Nikola Tesla
Los dos grandes descubrimientos a los que se refería Tesla eran:
- La Teoría Dinámica de la Gravedad postula que un campo de fuerza gobierna los movimientos de los cuerpos celestes en el espacio, sugiriendo que este campo de fuerza está intrincadamente ligado a la curvatura del espacio, de forma similar a las teorías de Einstein. En este marco, el éter desempeña un papel crucial, facilitando fenómenos universales como la gravedad, la inercia, el impulso y el movimiento de los cuerpos celestes, además de influir en la materia atómica y molecular.
- La energía ambiental representa el descubrimiento pionero de Tesla que desafía las nociones convencionales de energía dentro de la materia. Según este concepto, la materia obtiene su energía únicamente del entorno que la rodea, contradiciendo la famosa ecuación de Einstein E=mc². En su 79 cumpleaños, en 1935, Tesla aludió brevemente a esta teoría, señalando su aplicabilidad a moléculas, átomos, cuerpos celestes y todas las formas de materia del universo, desde su creación hasta su disolución final.
En un artículo titulado “The Greatest Achievement of Man“, Tesla resumió sucintamente su Teoría Dinámica de la Gravedad, haciendo hincapié en la omnipresencia del éter luminiscente en todo el espacio.
El mayor logro del hombre (Man’s Greatest Achievement)
por Nikola Tesla
New York American – 6 de julio de 1930 Del sitio web de Rastko’s Network
Cuando un recién nacido llega al mundo, sus delicados sentidos entran en contacto con el entorno exterior. Ondas de sonido, calor y luz caen en cascada sobre su frágil cuerpo, poniendo en movimiento sus sensibles fibras nerviosas. Los músculos se contraen y se relajan, se produce un jadeo y una respiración que marcan la activación de un extraordinario motor en miniatura. Este mecanismo intrincado y delicadamente construido, diferente a cualquier cosa en la Tierra, se conecta a la maquinaria cósmica.
A medida que este diminuto motor funciona y madura, realiza funciones cada vez más complejas y responde a influencias cada vez más sutiles. Finalmente, evoluciona hasta convertirse en un ser completamente desarrollado: un ser humano. Se despierta un deseo misterioso e inescrutable: el impulso innato de emular la naturaleza, crear y aprovechar las maravillas observadas.
Motivados por esta vocación, los humanos se embarcan en la búsqueda, el descubrimiento, la invención, el diseño y la construcción. Adornan la estrella que los vio nacer con monumentos de belleza, grandeza y asombro. Ahondando en las profundidades de la Tierra, desvelan tesoros ocultos y desbloquean vastas energías aprisionadas para su uso. Exploran los abismos del océano y las azules extensiones del cielo, investigando las más pequeñas complejidades moleculares para revelar mundos de inmensa lejanía. Doman la chispa ardiente de Prometeo, controlan las fuerzas titánicas de las cascadas, el viento y las mareas, e incluso comandan el rayo de Jove, trascendiendo el tiempo y el espacio.
Los humanos hacen que el mismísimo sol se incline ante sus órdenes, haciendo que los cielos resuenen con su poder y que la Tierra entera tiemble con el mero sonido de su voz.
¿Qué le depara el futuro a este peculiar ser, nacido de aliento y tejido perecedero, pero dotado de poderes inmortales, temibles y divinos? ¿Qué hazañas mágicas lograrán al final? ¿Cuál será su mayor logro?
Hace siglos, los humanos reconocieron que toda la materia perceptible se origina a partir de una sustancia primigenia, un medio inconcebiblemente delicado conocido como el éter akáshico o luminiscente. Esta sustancia actúa sobre el Prana vivificante o fuerza creadora, dando a luz la existencia en ciclos perpetuos.
La sustancia primaria, puesta en remolinos infinitesimales a velocidades prodigiosas, se transforma en materia gruesa. Cuando la fuerza disminuye, cesa el movimiento y la materia vuelve a la sustancia primaria. ¿Puede el ser humano controlar este magnífico e impresionante proceso de la naturaleza? ¿Pueden aprovechar energías inagotables para ejecutar todas sus órdenes? Más aún, ¿pueden perfeccionar los métodos de control para que funcionen simplemente con la fuerza de su voluntad?
De lograrse, este dominio otorgaría a los humanos poderes sobrenaturales casi ilimitados. Con poco esfuerzo, los mundos antiguos podrían desaparecer y ser sustituidos por otros nuevos creados según sus designios. Los humanos podrían solidificar y preservar las formas etéreas de su imaginación, expresar visiones fugaces en formas concretas e imperecederas y manipular el tamaño y la trayectoria de los planetas a través del vasto Universo.
Los humanos poseen el potencial de influir en los cuerpos celestes, incluso provocando la colisión de planetas, iniciando el nacimiento de nuevos soles y estrellas, y fomentando la aparición de diversas formas de vida. La capacidad de manipular la materia y darle la forma deseada representa el cenit de la destreza intelectual humana. Este dominio sobre el reino físico se erige como el logro definitivo, que alinea a los humanos con su Creador y hace realidad su propósito último.
Cómo aprovechar el éter según Nikola Tesla
El éter, un medio omnipresente y lleno de matices, se une a la fuerza que da vida para dar lugar a la materia tangible. Este intrincado proceso implica que el éter se agite en minúsculos remolinos, o microhélices, a velocidades cercanas a la de la luz. Cuando la fuerza disminuye y el movimiento se detiene, la materia vuelve a su estado elemental dentro del éter, como en una forma de descomposición atómica.
Los seres humanos pueden aprovechar estos procesos fundamentales para lograr hazañas extraordinarias:
- Generar materia a partir del éter.
- Crear cualquier objeto con materia y energía derivadas.
- Modificar el tamaño de la Tierra.
- Controlar las estaciones del año.
- Dirigir la trayectoria de la Tierra a través del Universo, como si pilotara una nave espacial.
- Provocar colisiones planetarias para generar nuevos soles, estrellas y el calor y la luz asociados.
- Iniciar y fomentar el desarrollo de la vida en sus múltiples formas.
A la edad de 82 años, Tesla, en lugar de pronunciar un discurso en una cena, emitió una declaración escrita. A pesar de haber sido atropellado poco antes, mantuvo su agudeza intelectual y apuntó contra la teoría de la relatividad de Einstein. Tesla afirmó su trabajo sobre una teoría dinámica de la gravedad, que creía que proporcionaría una explicación completa de las fuerzas que influyen en los cuerpos celestes. Criticó la noción de espacio curvo, argumentando que contradecía los principios fundamentales de acción y reacción.
Los desacuerdos de Tesla con Einstein dejaban entrever su concepción más amplia de la gravedad como un efecto de campo, similar a su comprensión de las ondas de sonido, luz, calor, rayos X y ondas de radio. Aunque Tesla nunca publicó su teoría dinámica de la gravedad, la investigación moderna ha demostrado cierta coincidencia con sus ideas. Por ejemplo, los estudios sobre las ondas gravitatorias, como las observadas en la estrella púlsar de neutrones doble PSR 1913 + 16, sugieren que la gravedad puede manifestarse efectivamente como un efecto de campo, lo que valida la perspectiva de Tesla.
A pesar de su clarividencia, Tesla nunca llegó a explicar al público su teoría de la gravitación. Sus críticas al trabajo de Einstein fueron recibidas con escepticismo por la comunidad científica de la época, pero la comprensión contemporánea de la gravedad da crédito a algunas de las ideas de Tesla.
Referencias:
- Libro “Occult Ether Physics: Tesla’s Hidden Space Propulsion System and the Conspiracy to Conceal It”. (Consíguelo aquí).
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