La secuencia de Fibonacci y el Número áureo forman parte de la «proporción divina», un tipo de diseño geométrico universal presente en diversas formas de la naturaleza.
El Número áureo, o Proporción áurea, es un valor numérico que representa una construcción geométrica especialmente armónica. Se observa en la naturaleza y el universo, como si fuera la proporción de un diseño inteligente o la forma que la naturaleza desarrolló para darle un equilibrio perfecto a sus creaciones.
Esta sucesión numérica es «omnipresente», presente en muchas formas de la naturaleza, en el cuerpo humano, e incluso en formaciones astronómicas como las galaxias espirales. También ha sido muy utilizado en diseños de arte y arquitectura.
El Número áureo es parte de la denominada Geometría sagrada, junto con el número Pi y el número Euler. Está representado con la letra griega φ (phi), un número irracional simple, con el valor de 1.618033… Fue descubierto como la proporción de los segmentos de una recta, dividida de una forma particular.
La sucesión de Fibonacci es una sucesión de números donde «cada término es la suma de los dos anteriores»: 0,1,1,2,3,5,8,13,21,34, etc. Fue definida por Leonardo de Pisa (conocido como Fibonacci) en el siglo XIII, aunque ya había sido descrita en la India.
Leonardo de Pisa habría desarrollado la secuencia de Fibonacci luego de sus viajes por las costas del Mar Mediterráneo: Sicilia, Grecia, Egipto, Siria. La matemática aprendida en estos viajes está condensada en su prominente libro, Liber Abaci.
La secuencia de Fibonacci lleva al Número áureo y a la Espiral dorada. Esta última figura geométrica es la expresión física más impresionante y desarrollada de este número sagrado, una figura formada cuando se van agregando más y más números en sucesión de Fibonacci:
Encontramos este número en el cuerpo humano y en configuraciones biológicas como plantas y árboles. Por eso es que el Número áureo ha sido llamado la Proporción divina o el Diseño de Dios, ya que parece un diseño inteligente, un diseño de un dios matemático. Sin embargo, también se podría pensar que el universo, comenzando por el mundo atómico se configuró así por sí mismo, de una forma intrínseca, siguiendo el patrón más estable o equilibrado.
Aquí algunos ejemplos paradigmáticos de la Espiral dorada en nuestro mundo:
Cuerpo humano:
Definitivamente se nota la congruencia de la oreja humana con la Espiral dorada.
Animales:
El objeto natural más representativo del Número áureo: la concha del Nautilus, un molusco marino.
Señalización de la configuración espiral y fractal de la concha del Nautilus. También se puede observar en la anatomía de animales como estrellas de mar, erizos de mar, caracoles, hormigas y hasta delfines. También se puede observar en cuernos de cabras.
Plantas:
La flor de camomila o manzanilla muestra una configuración de la Proporción áurea, como se puede ver en las espirales ilustradas de la derecha: 21 azules y 13 aqua.
Planta cala o alcatraz con su hipnótica espiral.
Cono de pino configurada con diversos pares de espirales.
El crecimiento de un árbol sigue la secuencia de Fibonacci. El tronco se divide en 2 ramas principales, luego en 3, 5, 8, y así sucesivamente.
En el ADN:
La molécula de ADN mide 34 ángstoms de largo y 21 ángstroms de ancho por cada ciclo completo de su doble hélice espiral. 21 y 34 son números de la sucesión de Fibonacci.
En fenómenos climatológicos:
Se puede observar en copos de nieve y en las nubes. Además de la imponente espiral de un huracán.
En galaxias y otras formaciones del espacio exterior:
Galaxias espirales como la Vía Láctea siguen el patrón de la Espiral dorada de forma impactante.
En el arte:
El dibujo del Hombre de Vitrubio de Leonardo Da Vinci utilizó técnicas de composición artística similares a la Proporción áurea.
Conclusión
Los ejemplos anteriores son solamente una parte de las distintas formaciones naturales que siguen el patrón de la secuencia de Fibonacci, especialmente en su configuración de la Espiral dorada. Se podría considerar como un diseño divino, pero como había dicho, también podría verse como parte del desarrollo autónomo de la naturaleza con el fin de encontrar la estabilidad y la armonía.
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