Un grupo de científicos han descubierto otra fuente de material radiactivo ubicada a decenas de kilómetros del lugar del accidente nuclear ocurrido en Japón en marzo de 2011.
Una nueva fuente de material radiactivo, producto del desastre nuclear de Fukushima en 2011, ha sido encontrada a hasta 100 kilómetros de distancia en las costas cerca de la planta nuclear. El hallazgo revela que los reactores averiados son capaces de propagar radiación lejos del sitio del accidente, y de formas sorprendentes.
De acuerdo con el estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences y citado por el portal especializado en ciencia EurekAlert, el material se acumuló en la arena y el agua subterránea salobre debajo de las playas ubicadas hasta 96 kilómetros de distancia de la planta. Se precisa que esta arena retuvo el cesio radiactivo, que se originó como resultado del accidente nuclear ocurrido hace 6 años, y lo ha estado liberando lentamente al océano.
«Nadie esperaba que los niveles más altos de cesio en el agua oceánica actual no se encontrarían en el puerto de la central nuclear de Fukushima, sino en el agua subterránea a muchos kilómetros de distancia bajo la arena de la playa», comentó la investigadora Virginie Sanial.
Los científicos sugieren que tras la catástrofe los niveles altos del Cesio-137 radiactivo fueron transportados a lo largo de la costa por las corrientes oceánicas. Semanas después del accidente, mareas y olas llevaron el cesio hacia la costa, donde este se «pegó» a la superficie de los granos de arena. Desde entonces, la arena enriquecida con cesio residió en las playas y en las aguas subterráneas ligeramente salobres.
Sin embargo, destacan los autores del estudio, en el agua salada el cesio ya no está pegado a la arena. De este modo, cuando las recientes olas y mareas trajeron el agua salada del océano, las aguas subterráneas ubicadas debajo de las playas se volvieron lo suficientemente saladas como para liberar el cesio de la arena, y este posteriormente fue llevado al océano.
Según Virginie Sanial, «solo el tiempo quitará lentamente el cesio de la arena, ya que se descompone naturalmente y es arrastrado por el agua de mar».
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