Los antiguos egipcios veneraban y adoraban a muchos animales, al igual que hicieron griegos, romanos y nórdicos, pero ninguno fue tan venerado como los gatos. No fue hasta el periodo predinástico que fueron domesticados -interesadamente, más tarde que los perros- sin embargo su gran importancia dentro de la cultura egipcia se ha mantenido hasta el día de hoy.
La primera diosa felina fue Mafdet: una deidad femenina a la que se le puede seguir el rastro hasta llegar a la Primera Dinastía, entre el año 3400 a. C y el 3000 a. C. Como diosa felina, actuaba como protectora ante las mordeduras venenosas, en especial las de serpientes y escorpiones (probablemente por el hecho de que los gatos son cazadores de serpientes y escorpiones). La más conocida diosa felina, la llamada Bastet, ocupó el lugar de Mafdet como guardiana del Bajo Egipto, del faraón, y del dios sol Ra. Esta nueva deidad femenina con cuerpo de mujer y cabeza de gato, fue considerada como la personificación del sol. Su principal santuario se ubicaba en Bubastis.
Posiblemente Bastet y Mafdet originasen la leyenda del gato de la selva llamado Mau/Muit, que defendió uno de los árboles sagrados de la serpiente Apophis. El gato encontró a la serpiente intentando estrangular al árbol y la decapitó. Bastet y Mafdet a veces aparecen personificando a la gata heroína de la selva. Bastet, sin embargo acabó siendo desplazada. El papel del gato en el antiguo Egipto era también el de un protector contra los espíritus negativos, tal como lo tratamos en CodigoOculto.com en un anterior artículo.
Hacia el comienzo del tercer milenio, Bastet fue asociada con todos los gatos y cada felino era considerado una representación de su espíritu. Con el tiempo, sin embargo, los dioses fueron otra vez alternándose y cambiando, a veces como resultado de la preferencia personal real. Durante la unificación de todo el territorio Egipcio, en torno al año 3000 a. C. , Bastet fue reemplazada por otra diosa, llamada Sekhmet. La forma de Sekhmet era mucho más feroz que la de Bastet: ahora tenía la cabeza de una leona. Con el cambio de los mitos egipcios, Bastet pasó ser la guardiana de los gatos domésticos mientras que Sekhmet se convirtió en la diosa de las leonas.
Asimismo, hay que señalar que existían también otros dioses asociados con los gatos, como Neith y Mut, pero Bastet y Sekhmet fueron las deidades más famosas.
En el reino mortal, humanos y gatos vivieron y trabajaron en armonía. Los gatos eran la solución perfecta para arreglar el problema del antiguo Egipto, y como intercambio, los humanos protegían a los gatos de otros depredadores que quisieran cenar un gato (ya que las ratas no eran una opción).
Fue de esa forma cómo los gatos se convirtieron en animales domésticos: los humanos los persuadían para que entrasen en sus hogares y así se deshacían de las ratas, ofreciendo a los gatos comida. Finalmente invitaron a los gatos a quedarse a vivir en sus hogares y así asegurarse de no tener problemas con animales no deseados.
Estos gatos, sin embargo, no eran como los gatos de hoy en día, por lo menos al comienzo. En el antiguo Egipto existían dos razas distintas. Una pertenecía a un tipo de gato feroz, procedente de la selva y la segunda tenía orígenes africanos y era más pacífica. Al pasar el tiempo las dos razas se mezclaron y, al igual que ambas se acostumbraron a la comida más suave de los humanos, ambas adelgazaron, perdieron masa muscular y se convirtieron en animales mucho más tolerantes con los humanos y con otros animales. De alguna manera, el experimento de los egipcios para disfrutar de un protector de su comida y recursos provocó la domesticación de dichos protectores.
Pese al intenso afecto que sentían por los gatos, también es cierto que dichos animales no eran considerados como divinos. Existen evidencias que demuestran que eran venerados como semidioses, pero fueron tomados, principalmente, como la representación corporal de sus dioses felinos. Por esto, los gatos fueron protegidos por muy diversas razones. De hecho, hacerle daño a un gato, era una conducta que estaba completamente fuera de lugar en el antiguo Egipto. Matar a un gato se castigó con la muerte durante ciertos periodos de la historia egipcia. Diodorus, uno de los más conocidos historiadores del mundo antiguo, escribió sobre un incidente donde un romano, accidentalmente, mató un gato y fue condenado por la población egipcia donde sucedió el hecho a recibir el mismo castigo que sufrió el felino.
Como animales reverenciados, algunos gatos también recibían la misma momificación que los humanos después de la muerte. Los gatos eran momificados como mascotas amadas, para que quizás pudieran reunirse con sus dueños en la próxima vida. Sin embargo, la mayoría fueron momificados por razones religiosas no relacionadas con los enterramientos humanos y su momificación era realizada con la esperanza de recibir favores del dios o diosa a quien ellos representaban. En el año 1888, un granjero egipcio descubrió una tumba que contenía más de 80.000 gatos momificados fuera de la ciudad de Beni Hasan. Desde entonces, se han hallado muchos más cementerios felinos. Sin embargo, la mayoría de estos miles de gatos momificados fueron llevados hasta Gran Bretaña para ser procesados como fertilizante.
Los gatos fueron uno de los más prominentes símbolos de la antigua cultura egipcia, reconocidos como emblemas de la sociedad egipcia y del mundo antiguo, aunque su culto no haya perdurado hasta hoy. La Esfinge es un claro ejemplo de ello.
Este artículo fue publicado anteriormente en Ancient Origins en Español y ha sido publicado nuevamente en CodigoOculto.com con permiso.
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