En un reciente anuncio en Twitter, Elon Musk dijo que “Tesla tendrá robots humanoides realmente útiles en baja producción para uso interno de Tesla el año que viene” sugiere que los robots que tienen características físicas similares a las humanas y proporcionan una función “realmente útil” podrían estar pronto entre nosotros.
Sin embargo, a pesar de décadas de intentos, los robots humanoides útiles siguen siendo una ficción que nunca parece alcanzar a la realidad.
¿Estamos por fin ante un gran avance? Cabe preguntarse si realmente necesitamos robots humanoides.
Capacidades asombrosas del robot Optimus de TEsla
El robot Optimus de Tesla es sólo uno de los muchos robots humanoides que están surgiendo, junto con el Atlas de Boston Dyanmic, el Figure 01 de Figure AI, el Phoenix de Sanctuary AI y muchos otros.
Suelen adoptar la forma de una plataforma bípeda capaz de caminar y, en ocasiones, saltar, además de otras proezas atléticas. Encima de esta plataforma pueden montarse un par de brazos y manos robóticos capaces de manipular objetos con diversos grados de destreza y tacto.
Detrás de los ojos se esconde una inteligencia artificial diseñada para planificar la navegación, reconocer objetos y realizar tareas con ellos. Los usos más comunes previstos para estos robots son en fábricas, realizando tareas repetitivas, sucias, aburridas y peligrosas, y trabajando junto a humanos, en colaboración, transportando juntos una escalera, por ejemplo.
También se proponen para trabajar en el sector servicios, quizá sustituyendo a la actual generación de robots de servicio más utilitarios, como los de “conocer y saludar” o los “guías turísticos”.
Podrían emplearse en asistencia social, donde ya se ha intentado levantar y mover a personas, como en el caso del Riken Robear (hay que reconocer que era más un oso que un humanoide), y para prestar cuidados personales y terapia.
También existe un mercado más consolidado y creciente de robots humanoides sexuales. Curiosamente, aunque mucha gente reconoce los problemas morales y éticos relacionados con ellos, el uso de robots humanoides en otras áreas parece suscitar menos controversia.
Sin embargo, en la práctica está resultando todo un reto ofrecer robots humanoides. ¿Por qué?
Cómo lograr que los robots caminen como un humano
Existen numerosos retos de ingeniería, como lograr una locomoción bípeda flexible en distintos terrenos. El ser humano tardó unos cuatro millones de años en conseguirlo, por lo que el punto en el que nos encontramos con los robots humanoides es bastante impresionante. Pero los humanos aprenden a combinar un complejo conjunto de capacidades sensoriales para lograr esta hazaña.
Del mismo modo, conseguir manipular con destreza objetos de todas las formas, tamaños, pesos y niveles de fragilidad está resultando muy difícil para los robots. No obstante, ha habido avances significativos, como las manos diestras de la empresa británica Shadow Robot.
En comparación con el cuerpo humano, que está recubierto de una piel suave y flexible que percibe y se adapta continuamente al mundo, las capacidades táctiles de los robots se limitan a unos pocos puntos de contacto, como las puntas de los dedos.
Ir más allá de la automatización de tareas específicas en las cadenas de montaje de las fábricas para improvisar tareas generales en un mundo dinámico exige mayores avances en inteligencia artificial, así como en capacidades sensoriales y mecánicas.
Por último, si queremos que un robot parezca humano, es de esperar que también se comunique con nosotros como un ser humano, incluso que responda emocionalmente.
Sin embargo, aquí es donde las cosas pueden ponerse realmente difíciles, porque si nuestros cerebros, que han evolucionado para reconocer los elementos no verbales de la comunicación, no perciben todas las microexpresiones que se interpretan a un nivel subconsciente, el robot humanoide puede resultar realmente espeluznante.
Estos son sólo algunos de los grandes retos de la investigación que ya están poniendo a prueba a las comunidades de investigadores en robótica e interacción humano-robot de todo el mundo. A esto hay que añadir la dificultad de desplegar robots humanoides en un mundo real ruidoso y cambiante, con lluvia, polvo y calor. Son condiciones muy distintas a las que se dan en las pruebas.
¿No deberíamos centrarnos en construir sistemas más robustos que no sucumban a los mismos peligros que los humanos?
Recrearnos a nosotros mismos
Esto nos lleva a la pregunta de por qué Elon Musk y muchos otros se centran en los robots humanoides. ¿Nuestros compañeros robóticos deben parecerse a nosotros?
Uno de los argumentos es que hemos ido adaptando nuestro mundo al cuerpo humano. Por ejemplo, nuestros edificios y ciudades están construidos en gran medida para adaptarse a nuestra forma física. Así que una opción obvia es que los robots también adopten esta forma.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que los entornos construidos y las herramientas suelen presuponer un cierto nivel de fuerza, destreza y capacidad sensorial que perjudica a un gran número de personas, incluidas las discapacitadas. Así pues, ¿la aparición de máquinas metálicas más fuertes entre nosotros perpetuaría aún más esta división?
Tal vez deberíamos ver los robots como parte del mundo que tenemos que crear y que se adapta mejor a la diversidad de los cuerpos humanos. Podríamos esforzarnos más por integrar las tecnologías robóticas en nuestros edificios, muebles, herramientas y vehículos, haciéndolos más inteligentes y adaptables, para que sean más accesibles para todos.
Resulta sorprendente que la actual generación de formas robóticas limitadas no refleje la diversidad de los cuerpos humanos. Quizá nuestra aparente obsesión por los robots humanoides tenga otras raíces más profundas. El deseo divino de crear versiones de nosotros mismos es una fantasía representada una y otra vez en la ciencia ficción distópica, de la que la industria tecnológica se apropia fácilmente.
O puede que los robots humanoides sean un “tiro a la luna”, una visión que todos podemos entender pero que es increíblemente difícil de alcanzar. En resumen, puede que no estemos del todo seguros de por qué queremos ir allí, pero es probable que surjan innovaciones de ingeniería impresionantes con sólo intentarlo.
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