El astrónomo Avi Loeb ha documentado una de las estructuras más sorprendentes jamás observadas en un visitante interestelar: una extensa formación de jets o chorros anti-cola en el objeto 3I/ATLAS revelada en una imagen reciente del objeto. Su análisis revela chorros que se expanden millones de kilómetros en direcciones opuestas al Sol, con proporciones tan grandes que desafían los modelos conocidos de actividad cometaria y abren la posibilidad de un origen no natural.
Un visitante interestelar con un comportamiento inesperado
3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar confirmado que atraviesa nuestro sistema solar, continúa mostrando características que lo distinguen de los cometas comunes. En nuevas observaciones realizadas el 9 de noviembre de 2025 entre las 05:08 UT y 05:22 UT, mediante telescopios TEC 140/f5 y cámaras ASI 6200MM, se captaron estructuras luminosas que se extienden más de 30 minutos de arco en el cielo, lo que equivale a millones de kilómetros de longitud real. Dos de esos chorros apuntan hacia el Sol (chorro anticola) y otro, más largo, se proyecta en la dirección opuesta, formando una cola monumental.
La magnífica imagen a gran escala del objeto interestelar 3I/ATLAS fue obtenida por Frank Niebling y Michael Buchner. La imagen compuesta combina una serie de 5 exposiciones, cada una con una duración de 3 minutos.
Avi Loeb destaca que esta extensión es tres órdenes de magnitud superior al halo que el Telescopio Espacial Hubble había observado el 21 de julio de 2025. En aquel momento, el núcleo del objeto aparecía envuelto en una tenue neblina, pero sin señales de una cola cometaria definida. Las nuevas imágenes, en cambio, revelan un sistema dinámico de chorros que parecen reconfigurarse con el paso de las semanas.

Imagen profunda apilada de 3I/ATLAS, tomada entre las 5:08 y las 5:22 UT del 9 de noviembre de 2025, mediante una combinación de cinco exposiciones, cada una de tres minutos de duración, con dos telescopios. La dirección hacia el sol es hacia la esquina inferior izquierda. Crédito de imagen: Frank Niebling y Michael Buechner / British Astronomical Association
Escala y energía de los chorros
A una distancia de unos 326 millones de kilómetros de la Tierra, las estructuras detectadas tienen dimensiones colosales. Los chorros anticola alcanzan cerca de un millón de kilómetros, mientras que el chorro principal se extiende casi tres millones. Si 3I/ATLAS fuera un cometa convencional, estas dimensiones implicarían una liberación sostenida de gas y polvo durante meses, con velocidades de expulsión cercanas a 0.4 kilómetros por segundo, típicas de la sublimación de hielo a esa distancia solar.
Loeb calcula que los chorros deberían haber permanecido activos entre uno y tres meses para alcanzar su tamaño actual. Pero lo más desconcertante es su resistencia frente al viento solar. El flujo de partículas del Sol, que viaja a unos 400 kilómetros por segundo, debería barrer el material expulsado con rapidez. Sin embargo, los chorros anticola de 3I/ATLAS se extienden hasta un millón de kilómetros sin dispersarse, lo que sugiere una densidad interna un millón de veces mayor que la del entorno solar.
Un balance físico que no encaja
Si esas cifras se aplican a un cuerpo natural, la tasa de pérdida de masa sería de unos 50 mil millones de toneladas por mes, implicando un núcleo de al menos 5 kilómetros de diámetro y una masa total equivalente. Ese valor supera en un millón de veces la masa estimada para 1I/ʻOumuamua, el primer objeto interestelar detectado, y coloca a 3I/ATLAS en una categoría estadísticamente improbable. La posibilidad de que un cuerpo tan grande, tan activo y de esa procedencia aparezca en el periodo de observación actual sería extremadamente baja, inferior al 0.1 % según los cálculos del propio Loeb.
Loeb plantea entonces una alternativa: si los chorros no son de origen natural, podrían ser sistemas de propulsión. Un motor químico o iónico tendría velocidades de eyección de entre 3 y 50 kilómetros por segundo, reduciendo drásticamente la masa necesaria para generar el mismo empuje visible. En ese caso, el combustible representaría menos del 1 % de la masa total del objeto. La hipótesis, aunque especulativa, serviría para explicar las proporciones, la estabilidad y la orientación precisa de los chorros.

La imagen ha sido muy procesada para mostrar la cola antípoda y la cola “humeante”. Crédito de imagen: Frank Niebling y Michael Buechner / British Astronomical Association
El dilema entre naturaleza y tecnología
El artículo invita a no descartar ninguna posibilidad hasta contar con más observaciones espectroscópicas. Estas mediciones podrán determinar la velocidad, la composición y la temperatura del material expulsado, elementos clave para distinguir entre una sublimación cometaria o una emisión controlada. Loeb recuerda que, en ciencia, las explicaciones extraordinarias deben sostenerse en evidencia extraordinaria, pero también que los datos actuales obligan a mantener la mente abierta.
El investigador subraya además que, a pesar de la magnitud de los chorros, no existe posibilidad de interceptar su material. El máximo acercamiento del objeto a la Tierra ocurrirá el 19 de diciembre de 2025, a unos 269 millones de kilómetros, una distancia cien veces mayor que la longitud de los chorros observados. Ni satélites terrestres ni misiones espaciales como Juno o Juice podrán analizar directamente el polvo o los gases emitidos.
Un fenómeno que redefine las fronteras de la astronomía
La aparición de 3I/ATLAS y la extraordinaria estructura de sus chorros vuelven a plantear la pregunta sobre cuán diversos pueden ser los objetos que viajan entre las estrellas. Ya sea un cometa gigante o una sonda de origen extraterrestre, su estudio podría ofrecer pistas sobre los procesos físicos en regiones interestelares o incluso sobre tecnologías más allá de nuestro conocimiento actual.
Loeb concluye que la comunidad científica tiene ante sí una oportunidad única para observar un fenómeno que combina física del plasma, dinámica solar y posibilidades tecnológicas en un mismo escenario. 3I/ATLAS, afirma, es un recordatorio de que el cosmos aún guarda sorpresas capaces de desafiar los límites de la imaginación humana.
Ojo al piojo:
Esta vez 3I/ATLAS ha mostrado una enorme cola cometaria, reforzando la idea de que se trata de un cometa natural. Si aún quedan dudas, estas serán resueltas el 19 de diciembre cuando el objeto realizará su mayor aproximación a la Tierra, y en que cientos o miles de astrónomos podrán observarlo desde todo el mundo y obtener nuevas imágenes. Si durante esos días previos a la navidad, 3I/ATLAS presenta una nueva anomalía o un cambio importante de dirección, entonces tendremos unas singulares sorpresas para fin de año. (jaja). Bueno, tomémoslo de la mejor forma: 3I/ATLAS nos ha llevado al límite y hemos aprendido mucho con él. Aquí en @codigooculto creemos que se trata de un cometa, pero uno inusual, quizá compuesto de materiales poco comunes.
Pasarán las semanas y veremos.
¡Muchas gracias por leerme!
Referencias:
- Avi Loeb, “The Remarkable Large-Scale Structure of Anti-Tail and Tail Jets from 3I/ATLAS”, Medium, noviembre 2025. [Fuente]
- British Astronomical Association – Observation by Michael Buechner, Frank Niebling : 3I Atlas with tail 9th Nov. [Fuente]
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Por: CodigoOculto.com










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