Estas robustas criaturas, que podían alcanzar hasta 1.5 metros de altura y pesar 2 toneladas, son una de las maravillas enigmáticas de la naturaleza.
Surgidos en Sudamérica hace unos 3 millones de años, durante la convergencia de Norteamérica y Sudamérica, los gliptodontes tienen una intrigante relación familiar con los armadillos. Sin embargo, su aspecto está a medio camino entre el de un armadillo y el de una tortuga colosal, lo que los hace realmente inconfundibles. Su formidable caparazón circular está adornado con 2.000 gruesos escudos en forma de roseta, conocidos como osteodermos, que probablemente estaban ocultos bajo escamas con cerdas sobresalientes, similares a las de sus parientes los armadillos. Estas fascinantes criaturas también tenían una cola corta y bien blindada, extremidades muy cortas y un cráneo romo.
Estos peculiares animales eran mamíferos herbívoros y se alimentaban de la vegetación baja de sus hábitats. Por desgracia, los gliptodontes, como muchos de sus congéneres de la Edad de Hielo, sucumbieron a la extinción al final del Pleistoceno.
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