Dentro de la ufología existen muchos casos extraños, pero pocos se comparan con el que sucedió en Suecia; un testigo fue elegido por un extraterrestre moribundo, para que estuviera presente en sus últimas horas de vida y escuchara su historia.
En julio de 1955, un hombre anónimo que laboraba como leñador en el Golfo de Botnia, en Norðurland Vestra, Suecia, talaba árboles junto a sus hermanos. En un punto, escucharon ruidos en el bosque, los cuales describieron como “un gran animal revolcándose salvajemente”.
Mientras esto sucedía, notaron como un objeto con forma de cigarro volaba erráticamente entre los árboles hasta que se estrelló. No hubo ruido de impacto, pero si un enorme destello de luz y una consecuente onda de vacío que succionó todo hacia el brillo. Lo que ocurrió después parece sacado de una película de ciencia ficción.
El extraño caso de un extraterrestre moribundo
Al llegar al lugar, no había rastro de accidentes, sin embargo, mientras buscaban los restos de la aeronave, se encontraron con algo increíble.
“Era como un enano vestido de uniforme“, dijeron. Medía solo de 110 a 120 centímetros de altura y emanaba una luz blanca. La criatura parecía estar muerto, por lo que uno de los hermanos quiso tocarlo, solo para sentir una descarga eléctrica.
En ese instante, el ser abrió los ojos y les habló en un perfecto sueco:
“No me toques, sólo te traerá dificultades“.
Cuando lo observaron detalladamente, se dieron cuenta que no era una persona baja. Era muy corpulento, de hombros anchos y rasgos normales. Su piel era amarillenta, los ojos profundamente hundidos y totalmente negros. Tenía heridas en la cara, pero no sangraba, aunque la piel supuraba. La parte superior de la cabeza era ligeramente velluda, el pelo casi blanco. Los labios arrugados, estrechos e incoloros. Cuando sonreía, dejaba ver una hilera de dientes pequeños, similares a los nuestros. Sus manos eran pequeñas, con 5 dedos delgados, sin uñas y cuando las movía, parecía que el dedo anular hubiese crecido junto con el meñique, se movían sincronizados.
Vestía un uniforme de metal rojizo ceñido al cuerpo. Su cabeza y manos estaban desprotegidas, pero los pies calzaban unos zapatos cerrados. Las suelas del calzado vibraban. Estaba seguro que con esos zapatos podía “rodar”. Alrededor de la cintura tenía un ancho cinturón metálico azul claro, que se volvió oscuro cuando falleció. El cinturón tenía una hebilla con el signo “UV” en amarillo. Aunque parecía más bien una V incorporada a una U.
Las últimas horas
La criatura explicó que fue arrojado de su nave y que estaba muriendo. Entonces, sacó un objeto rectangular, del tamaño de una caja de cerillas con 12 pequeñas hendiduras. Luego sacó algo similar a un lápiz y pinchó algunas hendiduras antes de tirarlo. Explicó que era un localizador para que sus compañeros recuperaran el cuerpo.
Después sucedió algo extraño; los otros dos hermanos parecieron desorientados y se alejaron, dejando al testigo solo en el bosque con el extraterrestre.
El hombre contó que la criatura parecía dormida, con las manos apretadas por el dolor. Está convencido que fue él quien le pidió a sus hermanos que se marcharan de alguna manera. Estuvo durante un par de horas con él hablando, después sacó una especie de bolsa y le pidió que, cuando falleciera, la luz desaparecería y podrían tocarlo; junto a sus hermanos, debían meterlo en esa bolsa y llevarlo al río, donde desaparecería. Después debían lavarse bien en el agua para no enfermar.
La criatura empezó a respirar con dificultad y el halo comenzó a desvanecerse. El cinturón pasó de azul claro a oscuro. Lo miró por un momento y sonrió antes de decir algo en un idioma desconocido. Después volvió al idioma sueco:
“Has venido sin desearlo y te vas en contra de tu propio deseo. Nuestra vida es como vapor”.
El hombre explica que dijo algunas palabras más, pero su voz era tan débil que no las entendió. Pero creía que había rezado a alguna deidad antes de fallecer.
Un suceso extraño
Sus hermanos volvieron, aun con el semblante confuso. Los 3 metieron el cuerpo en la bolsa y lo llevaron al río, notando que olía a azufre y les quemaba las manos. Cuando lo metieron al agua, el cuerpo y la bolsa se disolvieron, como si se tratase de algún proceso químico.
Días más tarde, el testigo afirma que volvió a la zona y, al parecer, encontró el objeto similar a un lápiz que arrojó el extraterrestre. Lo guardó como un recuerdo y prueba de que había sido real.
No fue hasta que habló con el ufólogo John Fontaine, que escribió sobre lo sucedido en un artículo titulado “Humanoid Dies In Swenden”, y la historia se hizo conocida.
Fontaine habló personalmente con el testigo, quien se mantuvo en el anonimato. La historia aun contiene algunos misterios, ya que el hombre jamás contó realmente todo lo que había conversado con el extraterrestre.
Lo poco que pudo obtener, es que procedía de un lugar cercano a la constelación Aquila. También dijo que varias civilizaciones nos han visitado, algunas tan avanzadas que solo podíamos verlas cuando se materializaban o desmaterializaban. Algunos visitantes mantuvieron vigilancia a la humanidad durante miles de años, otros crearon asentamientos y algunos han mantenido contacto con la humanidad durante siglos.
Un caso extraño y que hace que nos preguntemos si es real ¿Por qué este extraterrestre decidió vivir sus últimas horas con esta persona? ¿Qué le sucedió y por qué llegó a ese final?
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