Para un astrofísico, no hemos sido visitados por civilizaciones alienígenas porque todas fueron destruidas por la inteligencia artificial (IA).

Si estamos solos en el universo, el astrofísico Michael Garrett dice que podría deberse a que los alienígenas compartieron un problema existencial con el que apenas estamos empezando a contar: una inteligencia artificial poderosa.

Superinteligencia artificial alienígena

El advenimiento de una superinteligencia artificial (ASI), propone Garrett en un nuevo artículo publicado en la revista Acta Astronautica, podría estar impidiendo la supervivencia a largo plazo de las civilizaciones alienígenas, y tal vez obstaculizando su evolución hacia imperios espaciales y multiplanetarios.

Es una hipótesis que podría incluso ayudar a responder a la paradoja de Fermi, que se pregunta por qué aún no hemos detectado civilizaciones extraterrestres cuando nuestro indescriptiblemente vasto universo es abundante en mundos habitables.

Garrett, que ocupa la cátedra Sir Bernard Lovell de Astrofísica en la University of Manchester, escribió en un ensayo para The Conversation:

“¿Podría ser la IA el ‘gran filtro’ del universo, un umbral tan difícil de superar que impide que la mayor parte de la vida evolucione hacia civilizaciones espaciales?”.

Crédito de imagen: DALL-E IA / Fernando T.

Belicistas

Según Garrett, una ASI no sólo sería más inteligente que los humanos, sino que “mejoraría sus propias capacidades a una velocidad que supera nuestros propios plazos evolutivos sin IA”.

Y ahí residen los “enormes” riesgos. Si los sistemas de IA adquieren poder sobre las capacidades militares, por ejemplo, las guerras que libren podrían destruir toda nuestra civilización.

Garret escribió:

“En este escenario, estimo que la longevidad típica de una civilización tecnológica podría ser inferior a 100 años.

Eso es aproximadamente el tiempo que transcurre entre ser capaz de recibir y emitir señales entre las estrellas (1960), y la aparición estimada de ASI (2040) en la Tierra. Esto es alarmantemente corto si se compara con la escala de tiempo cósmica de miles de millones de años”.

Contratiempos militares

No cabe duda de que la propuesta de Garrett es sólo una posible respuesta “de gran filtro” a la paradoja de Fermi. También podría ser simplemente que el universo es demasiado vasto -y la inteligencia demasiado rara, o las escalas de tiempo demasiado épicas- para que las civilizaciones se encuentren entre sí.

Pero no hay que restar importancia a los riesgos de la IA, aunque ahora mismo parezcan relativamente moderados. Abundan las dudas sobre la legalidad de ingerir materiales protegidos por derechos de autor, como libros y obras de arte, para entrenar modelos generativos de IA. También tenemos que hacer frente al impacto medioambiental de la tecnología, ya que los ordenadores que la alimentan consumen cantidades asombrosas de agua y electricidad.

No son los precursores espectaculares de un apocalipsis de la IA, pero eso podría cambiar rápidamente. Para hacer frente a estos riesgos, Garrett aboga por una normativa estricta sobre el desarrollo de la IA, especialmente en lo que respecta a su integración en sistemas militares, como la forma en que Israel está utilizando la IA para identificar objetivos de ataques aéreos en Gaza.

Garrett dijo:

“Ya hay pruebas de que los humanos cederán voluntariamente un poder significativo a sistemas cada vez más capaces, porque pueden llevar a cabo tareas útiles mucho más rápida y eficazmente sin intervención humana.

Esto significa que ya nos acercamos peligrosamente a un precipicio en el que las armas autónomas operan más allá de los límites éticos y eluden el derecho internacional”.

Los hallazgos de la investigación han sido publicados en la revista Acta Astronautica.

Fuente: The Conversation

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