Un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur, UNSW, en Australia, descubrieron un nuevo tipo de bacteria que puede sobrevivir exclusivamente de productos químicos presentes en el aire. El descubrimiento puede cambiar la forma en que los científicos realizan la búsqueda de vida en otros planetas.
Los microbios, que se encontraron en la Antártida, sólo sobreviven a base de una dieta de hidrógeno, monóxido de carbono y dióxido de carbono, manteniéndose vivas en las condiciones más extremas en las que otras fuentes de energía y alimentos son escasos.
«La gran pregunta es cómo los microbios pueden sobrevivir cuando hay muy poca agua, el suelo es muy bajo en carbono orgánico y hay poca capacidad para producir energía a partir del sol a través de la fotosíntesis durante la oscuridad del invierno», dijo la autora principal del artículo, Belinda Ferrari.
La Antártida es un sitio con condiciones especialmente desfavorables para la vida: temperaturas extremas, poca agua, meses de oscuridad, intensa radiación ultravioleta fuerte y tiempo con ciclos de congelación y descongelación.
Sin embargo, hay vida en la Antártida . ¿Cómo sobrevive, sin las fuentes de energía habituales – como el carbono que es transformado en nutrientes a través de la fotosíntesis?
Para responder a esta pregunta, los investigadores recogieron muestras de suelo del área Robinson Ridge y Adams Flat, dos zonas continentales sin hielo, escogidas porque cualquier fuente de alimento conocida que sea necesaria para la vida es prácticamente inexistente.
Los científicos han identificado dos grupos de bacterias previamente desconocidos, denominados WPS-2 y AD3.
Además, las especies dominantes en el suelo tenían genes con alta afinidad con el hidrógeno y el monóxido de carbono, lo que les permite capturar estos gases a partir de la atmósfera a una velocidad suficientemente alta para sostener la vida.
Esta es la primera forma de vida que «come aire» identificada, aunque sólo sea una bacteria que pasa la mayor parte del tiempo durmiendo. El siguiente paso es descubrir cuán generalizados son estos tipos de bacterias de bajo mantenimiento, ya sea en la Antártida o en cualquier otro lugar en la Tierra.
Con el tiempo, es posible que bacterias de este tipo puedan ser encontradas en otros planetas, donde no se cuente con otra forma de alimento que no sea el aire que respiran.
«Esta nueva comprensión de cómo la vida puede existir en tales ambientes extremos físicamente y carente de nutrientes como la Antártida abre la posibilidad de que simples gases atmosféricos puedan mantener la vida en otros planetas», dijo Ferrari.
El descubrimiento ha sido presentado en la revista Nature.
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