En ocasiones, un interesante suceso ocurre cuando una persona se encuentra en una situación de riesgo extremo y es que muchos de estos sujetos refieren que, en esos momentos en los que sus vidas corrían peligro, sintieron o vieron una extraña presencia a la que siempre percibían como bondadosa e incluso indican que estas presencias les ayudaron a seguir adelante. Se trata de un curioso efecto conocido como «Factor del Tercer Hombre» del que ya hemos hablado con anterioridad.
Pero para tratar de dilucidar en qué consisten este tipo de sucesos, resulta interesante ver algún caso en concreto como el que nos ocupa en esta ocasión sucedido en 1916 a Henry Hugh Gordon Stoker quien era oficial de la marina real británica y por cierto, familia del afamado Bram Stoker.
Se trata de un caballero al final de la veintena que, al mando de un submarino y siguiendo órdenes, hubo de enfrentarse a algunos navíos turcos para acabar siendo derrotado y por tanto capturado junto con el resto de su tripulación por el ejército de esta nación.
Se convirtió entonces en un prisionero de guerra y pasó por las adversidades e infortunios que ello conlleva por lo que aprovechó, junto a dos compañeros, para escapar de su presidio mientras un compinche distraía a los guardias. Así que los tres salieron huyendo sin saber que los guardias turcos ni siquiera iban a molestarse en perseguirles pues casi les daban por muertos teniendo en cuenta el terreno escarpado y montañoso que habían de atravesar a pie.
Eran alrededor de 500 km hasta la costa que debían de recorrer sin equipo o comida y los ex prisioneros además, decidieron desplazarse únicamente durante la noche por temor a ser vistos por aquellos perseguidores invisibles.
Pronto, todas las dificultades comenzaron a hacer mella, estaban hambrientos, cansados, sedientos y el frío era insoportable. El agotamiento físico pasó a ser también mental y abandonaron las esperanzas de ser rescatados o de conseguir salvarse.
Y fue en ese momento, en el que todos se estaban entregando a la derrota cuando el factor del tercer hombre hizo su aparición. Nuestro oficial sintió de pronto que ya no eran tres personas caminando en la oscuridad, de pronto eran cuatro. Marchaban en fila y alguien más se posición al final, caminando con ellos. Henry se sintió reconfortado por ello y aunque jamás llegó a verle la cara, sentía sin duda alguna que la presencia les acompañaba.
Y así lo sintieron también sus otros dos compañeros cuando se atrevieron a hablar de ello. Todos habían experimentado lo mismo.
Dejó de percibirla cuando el grupo atravesó el arduo paso de montaña en el que se encontraban y entonces, los hombres se sintieron más a salvo. Lo que no sabían es que no mucho después, un pastor de cabras de la zona iba a delatarles ante las autoridades y que volverían a ser capturados.
Henry no sería liberado hasta al año siguiente tras lo cual, decidió relatar su inusitada experiencia en su obra autobiográfica. Relato que también fue recogido por uno de los principales investigadores interesados en este fenómeno: John Geiger.
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No sabemos si este extraño factor del tercer hombre se corresponde a un mecanismo de supervivencia del cerebro aún desconocido que tal vez se active en algunos casos, para ayudar al individuo a sobrevivir, pero los hay que piensan que estas presencias son entidades protectoras que se manifiestan cual salvadores en momentos de necesidad. Sea lo que fuere, si algún día llegamos a saberlo, no sería menos interesante.
Nuestra compañera Sonia Gupta del canal AEnigma, nos cuenta más detalles sobre este sorprendente caso en el siguiente video:
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