En todo el mundo, muchas mitologías hablan de dioses venidos del cielo y de sus extraordinarias hazañas. La mitología navajo también se inscribe en este contexto. En la actualidad, los nativos navajos forman una población de aproximadamente 150.000 individuos que viven en una gran reserva desértica que se extiende por los estados norteamericanos de Arizona, Utah, Nuevo México y Colorado, formando la tribu nativa americana más importante de Estados Unidos. La reserva del pueblo navajo es más grande que Francia y la mitología navaja ofrece numerosos y fascinantes datos sobre su cultura.

Se dice que, en un pasado lejano, cuando los humanos y los animales tenían un lenguaje común, existía un primer mundo oscuro iluminado por fuegos que ardían en el interior de cráteres incandescentes. Desde aquí, la gente insecto partió hacia otros mundos como el de los pájaros y las langostas. Por lo tanto, esta narración implica viajes a mundos desconocidos, a través de portales y otras dimensiones, y su fascinante evolución cósmica.

En el cuarto mundo se crearon los primeros humanos del pueblo navajo, un mito que explica los misteriosos orígenes de este pueblo. La travesía de los mundos por los primeros seres representa el viaje hacia el “Mundo Luminoso de la Superficie”. En cuanto a los otros mundos, éstos fueron destruidos por la falta de respeto a las leyes dadas por los dioses sobre la convivencia con los demás, tanto con los del mismo pueblo como con los de otros pueblos y otras civilizaciones. Al igual que en otras mitologías de origen, las reglas dadas por los dioses deben respetarse para evitar la destrucción, pero también existe el perdón que permite un nuevo comienzo en un nuevo mundo.

La mitología navajo habla de varios mundos

La mitología navajo habla de la existencia de varios mundos. Por lo tanto, antes del descubrimiento de otros planetas, los nativos navajos aceptaban la idea de la existencia de otros mundos animados por la vida y otras civilizaciones.

Las historias del origen de la mitología navajo comienzan con el primer mundo de oscuridad. Tenía cuatro esquinas y sobre ellas aparecían cuatro nubes. Estas cuatro nubes contenían en sí mismas los elementos del primer mundo. Las cuatro esquinas eran de color negro, blanco, azul y amarillo. Crédito de imagen: navajopeople.org

Según los mitos navajos, en el primer mundo vivían los pueblos de las abejas, las hormigas, las libélulas, los escarabajos, los grillos y las moscas. La aparición de la idea del vuelo en este mundo se explica por la leyenda de la libélula que se fabricó unas alas y empezó a moverlas, levantándose del suelo. Voló hacia el cielo y los demás seres de este mundo siguieron su ejemplo, empezando a volar también.

Queriendo escapar de este primer mundo de cráteres calientes para colonizar otros mundos, sus habitantes volaron hasta llegar a la parte más alta de su mundo buscando una salida por el cielo. Sin embargo, el cielo era sólido en ese punto, y tuvieron que buscar hasta que vieron una luz azul de la que salía una cabeza azul, que era un punto de paso o un portal a otra dimensión. De este modo, los habitantes del primer mundo navajo consiguieron cruzar al segundo mundo, donde comenzó la guerra contra los pájaros.

El segundo mundo de la mitología navajo era totalmente azul y estaba habitado por pájaros. Los pájaros no permitieron que los otros pueblos del primer mundo se establecieran en su mundo. Debido a la hambruna, comenzó la guerra con los pájaros y los pueblos de los insectos fueron masacrados. Los insectos que quedaron volaron de nuevo en busca de un nuevo mundo en el que vivir.

Una vez más, encontraron un portal en el cielo y llegaron al tercer mundo, donde todo era amarillo y vivía el pueblo de las langostas. Aquí, la gente vivía en paz y armonía, aceptándose unos a otros y llevándose bien. Sin embargo, con el tiempo, un conflicto hizo que las langostas echaran a los recién llegados. Acompañados por cuatro langostas, partieron, de nuevo a través de un portal, hacia el cuarto mundo.

Este nuevo mundo, el cuarto mundo, era blanco y negro y muy luminoso. Aquí vivían el ciervo, el pavo salvaje y los kisani, extraños humanos que sabían construir casas y cultivar la tierra. Este mundo era muy grande y encerraba numerosos misterios.

Así que, hasta aquí, se puede observar el hecho de que la mitología navaja hace referencia a multitud de mundos y momentos de transición. Entre ellos, el momento en que un mundo puede volverse inhabitable, la necesidad de abandonar un mundo para la supervivencia de la civilización, los portales, las guerras entre los habitantes de varios mundos, las dimensiones alternativas y otras cosas que, en la actualidad, representan temas de estudio para la ciencia.

La creación del hombre en la mitología navajo

En la mitología navajo, los dioses tienen cuerpo humano. Entre ellos están el Cuerpo Blanco, el Cuerpo Azul, el Cuerpo Amarillo y el Cuerpo Negro. Estos seres sagrados se revelaron al pueblo insecto, pero en un lenguaje de signos incomprensible. Por lo tanto, el lenguaje de los dioses se basaba en signos diferentes del lenguaje de signos del pueblo insecto. Finalmente, al ver que no les entendían, los dioses se dirigieron al pueblo insecto mediante el lenguaje hablado.

Bailarines navajos yebhai de Edward S. Curtis, 1900, que simbolizan la llegada del cuarto mundo navajo y de los seres humanos. Crédito de imagen: Edward S. Curtis / Wikimedia Commons

Anunciaron a los pueblos de los insectos que pronto iban a crear seres humanos que se parecerían exactamente a los propios dioses. Según la promesa, los dioses regresarían en 12 días. Los insectos se prepararon y los dioses regresaron. Sobre una piel de ciervo, los dioses colocaron dos mazorcas de maíz con la parte superior hacia el este. Tras la acción de los vientos, de la mazorca amarilla apareció la primera mujer y de la mazorca blanca el primer hombre.

En cuanto al viento, daba vida entrando por la cabeza y saliendo por los pies, lo que representa la misma fuerza vital que poseen los humanos. Cuando la fuerza vital deja de entrar y de salir por la boca, el ser humano muere.

Tras la creación de los humanos por los dioses, con el tiempo nacieron más personas y se desarrolló la civilización navajo.

Por lo tanto, según la mitología navajo, el hombre fue creado por una civilización mucho más avanzada, la de los dioses. Sin embargo, la catástrofe del diluvio azotaría el cuarto mundo y los humanos tendrían que partir hacia el quinto.

El Quinto Mundo de la Mitología Navajo

A medida que crecían las aguas del diluvio, los seres vivos tuvieron que subir por un sistema de escaleras hacia el cielo. Los seres humanos tuvieron que encontrar una abertura en el sólido arco del cielo, un punto de paso hacia el quinto mundo. Finalmente, se creó un portal y los seres pudieron cruzar al nuevo mundo.

Al llegar sanos y salvos al quinto mundo, los primeros pueblos se apiñaron en una isla situada en medio de un gran lago. Alrededor del lago había tierra firme, pero no podían llegar hasta allí. Entonces, el dios del Cuerpo Azul, que había traído cuatro piedras sagradas del cuarto mundo, arrojó las piedras en las cuatro direcciones. De este modo, las aguas del lago se escurrieron por los agujeros hechos por las piedras hasta que surgió un camino fangoso que unía la isla con la tierra. Así, los dioses emprendieron una especie de proceso de terraformación (literalmente, un proceso de “modelado de la Tierra”) para hacer del quinto mundo un lugar habitable para los humanos.

El camino estaba embarrado, pero el viento vino a ayudar a secarlo. De este modo, los humanos pudieron llegar a tierra firme. Después, los humanos, junto con el Cuerpo Azul y el Cuerpo Negro, modelaron las montañas utilizando tierra tomada de las montañas sagradas del cuarto mundo. Así, utilizando materiales traídos del cuarto mundo, el quinto mundo se preparó y modificó de tal manera que correspondiera a las necesidades vitales de los humanos y de otros seres.

La montaña de fuego

La peligrosa montaña de fuego juega un papel clave en la mitología navajo a la hora de afrontar los desafíos del quinto mundo. Crédito de imagen: Gylfi / Public domain

Cuando llegó el primer invierno al país de los ciervos, todos los seres vivos empezaron a sufrir por el frío. Entre ellos estaba el Coyote, que pensaba que ya no sufriría tanto si conseguía una chispa de la montaña de fuego. Aquí aparece un elemento muy interesante porque muchas mitologías y leyendas de antaño hablan de estas montañas de fuego.

El Coyote consiguió convencer al pájaro carpintero para que fuera a volar por encima de la montaña de fuego con un manojo de ramitas en las garras. Cuando las chispas saltaban sobre las ramitas, éstas se prendían fuego, y el pájaro carpintero devolvía el fuego. Pero tenía que evitar a los hombres fuego, que podían fijarse en ella y dispararle flechas de fuego.

Al llegar a lo alto de la montaña, el pájaro carpintero vio a los dos monstruos asignados por el hombre de fuego para custodiar las llamas, que parecían dos moscas gigantes. Como los ojos de estos monstruos nunca se cerraban, se fijaron en el pájaro carpintero y le dispararon chispas. El pájaro carpintero dejó caer el manojo de ramitas y regresó volando.

Tras este intento fallido, el halcón fue a descubrir quiénes eran los guardianes del fuego. Los estudió detalladamente durante el vuelo y regresó para contárselo a los demás. Después de oír la descripción de los monstruos, el Coyote decidió intentar traer de vuelta el fuego él mismo. Pidió a los pájaros que le ataran un manojo de ramitas a la cola y partió.

Al llegar a la montaña de fuego, el Coyote consiguió engañar a los dos monstruos, cegándolos. Luego, cuando las llamas llegaron a la cima del cráter, deslizó el manojo de ramitas a través del fuego. Se encendió y el Coyote pudo devolver el fuego.

Este fragmento de la mitología navajo es interesante porque muchas mitologías hablan de montañas de fuego o de montañas de metal. En general, se dice que dentro de las montañas habitan dioses de metal, cuando han venido al mundo humano. Estas montañas están custodiadas por seres monstruosos, los guardianes de los dioses, y en el momento en que los dioses desean marcharse, desaparecen junto con sus montañas de hierro.

En cuanto a la montaña de fuego de la mitología navaja, podría haber sido un simple volcán, pero también podría haber sido incluso más que eso. Podría haber sido un lugar donde se ocultaba otra civilización más avanzada y desconocida para los humanos y que tenía como guardianes a los dos monstruos. Sólo una cosa es cierta, la verdad nunca puede saberse con exactitud en los mundos de las mitologías de origen.

Este artículo fue publicado anteriormente en Ancient Origins y ha sido republicado en codigooculto.com con permiso.

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