Muchas civilizaciones han poblado nuestro mundo, algunas de ellas eligieron vivir bajo Tierra, otras narran episodios de encuentros con intraterrenos que han alimentado la leyenda del mundo subterráneo.
A lo largo de la historia se han encontrado vestigios de civilizaciones perdidas, de las que poco o nada se sabe. Algunos las conocen como «civilizaciones madre», siendo las primeras que poblaron la Tierra, antes de las más conocidas.
Estas civilizaciones y su forma de vida podría ser uno de los mayores encubrimientos, aún de la actualidad; civilizaciones antiguas que vivieron bajo la Tierra, creando entramados de túneles que se conectaban entre sí. Un submundo desconocido para muchos y que podría cambiar totalmente la historia de la humanidad.
La teología budista
Comenzando con la teología budista, esta afirma con total rotundidad la existencia de vida bajo la Tierra. Se cree que una raza de seres superiores viven en un mundo subterráneo, encargados de supervisar el desarrollo de la humanidad.
También se dice que dicho mundo subterráneo está habitado por millones, en grandes ciudades, siendo la capital principal la ciudad de Shamballa.
En la creencia budista se tiene la certeza que el Rey de este mundo subterráneo le ha dado órdenes al Dalai Lama del Tibet, quién sería su representante terrestre. Estos mensajes se transmiten mediantes miles de túneles ocultos que conectan al mundo interior de Agartha con el Tibet.
Las leyendas de los pueblos nativos americanos
Unas de las culturas que más basa su creencia en civilizaciones subterráneas, son las americanas. Entre ella destacan las leyendas de los Navajos, quienes enseñan que los predecesores del hombre vinieron de las entrañas de la Tierra.
Estos seres ancestrales tenían habilidades únicas y se vieron forzados a salir de su mundo debido a una gran inundación. En la superficie, transmitieron sus conocimientos y habilidades a la humanidad antes de partir hacia un nuevo mundo.
Pero como los Navajos, los Indios Pueblo también cuentan que el origen de la humanidad se debe a dioses que provienen del fondo de la Tierra.
El mundo interior estaba conectado a la gente de la superficie a través de una especie de puerta ubicada al norte.
Este último dato se repite en diferentes culturas antiguas que poco o nada tienen que ver con los americanos, pues escritos antiguos hallados en China, Egipto y en tierras esquimales también mencionan de una inmensa entrada al inframundo o mundo subterráneo, ubicada «al norte».
También mencionan a una raza de seres que vive en este mundo subterráneo. Las leyendas, además, mencionan que sus ancestros llegaron desde un paraíso que se ubica en el fondo de la Tierra.
A sí mismo encontramos escritos antiguos de Quetzalcóalt, uno de los dioses más importantes de los aztecas y toltecas, el cual relata que desapareció en un «carro volador» durante ocho días. Tiempo que lo usó para visitar el mundo subterráneo.
Los Indios Hopi y los hombres hormiga
Una de las historias más conocidas sobre mundos intraterrenos es la de los Indios Hopi. Ellos relatan que sus antepasados escaparon de una «tormenta de estrellas» gracias a la ayuda de los «hombres serpiente», quienes los llevaron a una ciudad ubicada en las profundidades de la Tierra.
Otra de las leyendas Hopi relata sobre los «hombres hormiga», quienes los protegieron de las «tormentas de fuego y hielo».
Se han descubierto petroglifos y pintura rupestres perteneciente a los Hopi donde se pueden apreciar criaturas con antenas, altas y delgadas, representando a los hombres hormiga.
La Epopeya de Gilgamesh
Otra de las primeras referencias que podemos encontrar sobre mundos subterráneos, figura en la epopeya de Gilgamesh, la cual fue escrita hace unos 4.500 años.
Específicamente en la tablilla número 12, la cual se encontró en la ciudad de Nínive, quien fuera en el pasado la capital del imperio neo-asirio y la ciudad más grande del planeta hace 2.500 años.
Tanto en la ciudad, como en los relatos de la tablilla, se puede encontrar una historia sobre el descenso de la diosa Ishtar hacia el inframundo y como esta se encuentra con seres fascinantes que habían creado un imperio desarrollado bajo la corteza de la Tierra.
Este relato también es mencionado en la mitología griega, el inframundo gobernado por Hades, el cual tiene una semejanza casi idéntica a Shamballa.
La ciudad subterránea de Derinkuyu
Derinkuyu es una ciudad turca que alberga poco más de 11.000 habitantes. En los años 60, un hombre se encontraba remodelando su refugio y, al tumbar una de las paredes, se encontró con una habitación que nunca había visto.
Dicha habitación también conectaba con otra, esta a su vez con otra más. Los arqueólogos trabajaron en este hallazgo, dándose cuenta que habían descubierto la ciudad subterránea de Derinkuyu, la cual pudo haber sido construida por los hititas, hace unos 3.400 años en el pasado.
Los trabajos de excavación los hizo descender entre túneles y habitaciones, hasta 40 metros de profundidad, aunque esta está estimada en unos 85 metros.
Hasta la fecha solo han sido descubiertos 20 niveles de la ciudad, pero las autoridades solamente permiten «visitar» los primeros 8 niveles.
La leyenda de los Macuxíes
A comienzos del siglo XX, los últimos macuxíes contaban una leyenda en donde atravesaban una caverna para emprender un viaje de 13 a 15 días. Ese lugar era conocido como «el otro lado del mundo» y en el vivían los «hombres grandes», unos gigantes que llegaban a medir hasta hasta 3.50 metros de altura.
De acuerdo a la leyenda, los macuxíes tenían como misión resguardar la entrada de la cueva de los intrusos, ya que solo los autorizados por la tribu podían entrar.
El viaje al interior de la cueva es una travesía única, donde debían bajar escaleras inmensas, atravesaban terrenos llenos de vegetación, árboles frutales, pero donde también se encuentran pozos ardientes y piedras hirviendo.
Lo más «extraño» o fascinante de la leyenda de los mucuxíes es, cómo en un tramo del camino, debían tomarse de las paredes para después impulsarse y «volar» hacia el otro extremo, tal cual astronautas con gravedad cero.
El «otro lado del mundo» era narrado como un lugar donde la gravedad es menor que en la superficie Tierra, como si se tratase de otro planeta.
La leyenda cuenta que los macuxíes no mueren, sino que «renacen» dentro del otro lado del mundo, siendo semi gigantes.
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La Hermandad Blanca
Diferentes culturas del mundo nos han dejado pistas de un mundo interior. Un lugar único donde una civilización supra-humana habita y permite solo el ingreso a los «llamados».
La mayor cantidad de referencias a este imperio intraterreno puede encontrarse en Oriente. Como se mencionó anteriormente, Shamballa, el cual sería el primer centro físico de la Hermandad Blanca y la ciudad más importante de Agharta.
El nombre de Shamballa no es extraño, incluso ha aparecido en películas famosas y su búsqueda se remonta siglos en el pasado. A pesar de que ninguna de estas búsquedas fue fructífera, se encontraron indicios claros y bastante inquietantes de sus habitantes y sus funciones.
Los fundadores de esa ciudad fueron 32 seres de luz, o seres cósmicos que visitaron nuestro mundo al ver la oscuridad que lo cubría.
Sin embargo, se cuenta que la nave estelar que trajo a estos 32 seres fue diseñada, específicamente, para 33 pasajeros. Cada uno de estos seres representaba a una civilización cósmica.
El último ser, quién venía en representación de la constelación de Orión, estaba inmerso en un conflicto interno, por lo que se le prohibió hacer el viaje y, por lo tanto, la humanidad fue elegida como la reemplazante y la civilización número 33.
Quizás, es por esa razón que el número 33 está tan relacionado con la civilización humana, llegando a formar parte de sucesos tan importantes, como lo es el mismo Jesús, también llamado «humano supremo», quién murió exactamente a los 33 años de edad.
La Hermandad Blanca, durante su historia, se ha encargado de inspirar a un sin número de personas en todo el planeta para que estas enciendan su propia luz interior.
El propósito de su misión es que las personas puedan descubrir su sentido y misión real, que aunque se encuentra dormida dentro de nosotros, puede ser activada solo si estamos abiertos a escucharla y asumir un compromiso por y para la humanidad.
No podemos negar las pruebas históricas y folclóricas que existen en todo el mundo en relación a estos mundos subterráneos. No se puede saber si actualmente existe un mundo desconocido bajo nuestros pies, o si nos lo ocultan, lo que si podemos saber es que algo existió en el pasado que inspiró a las antiguas civilizaciones a crear estas historias.
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