El término Nibiru parece no ser del todo correcto de acuerdo con los actuales especialistas, Neberu o Nebiru serían las formas más indicadas. En el presente, el nivel alcanzado por los sumerólogos y orientalistas es muy elevado, por eso quiero pedir disculpas antes de nada; porque a sabiendas de la invalidez del vocablo lo voy a seguir utilizando. No se trata de ninguna rebeldía, yo estoy completamente de acuerdo con los eruditos, pues ellos son los entendidos. Además, se dan unas palizas tremendas traduciendo miles de tablillas escritas y, se merecen un enorme respeto a la altura de tan ardua labor. Si mi actitud es continuar usando la forma inadecuada, es porque creo poder acercarme mejor a lo que representa para mucha gente, ya que el concepto de Nibiru como un astro no reconocido oficialmente y a la vez miembro de nuestro sistema solar ya existe a nivel popular desde que Zecharia Sitchin lo diese a conocer.

Hecha esta aclaración… ¿Qué es Nibiru? Es la “estrella de Marduk“, así aparece en el Enuma Elish de alrededor del 1000 a.C. Un astro que se movió describiendo un trazado algo exótico, de sur a norte. Tal era la importancia de Nibiru para los sumerios que resultó escogido como emblema para abanderar al dios más importante de la época, el protector de Babilonia.

Cabe mencionar que bajo la etiqueta de estrella los sumerios metían todo aquello que se movía por el cielo. Con lo cual hay que prestar atención a las particularidades que presenta Nibiru en los textos antes de emitir el veredicto. La estrella de Marduk bien puede ser el planeta, o el cometa de Marduk.

La etimología de la palabra Nibiru nos lleva directamente al concepto de “cruzar” o “punto de cruce”, así pues el astro sería el que atraviesa o marca un punto de cruce, una intersección. No hay ninguna duda al respecto, es un tema completamente zanjado dentro del vocabulario y la gramática sumerios. Nibiru pues resultó un cuerpo celeste que cruzó los cielos atravesando la eclíptica, al contrario que el resto de planetas que simplemente la recorren. Queda claro pues la importancia en que dentro de un contexto astronómico se tenga en cuenta el perfil etimológico, los antiguos no “bautizaron” al astro con un nombre tan atípico por amor al arte.

Los expertos lo identifican con Júpiter porque este último también se relaciona con el dios Marduk, tanto en los textos astrológicos como en los que marcan eventos astronómicos (efemérides celestes). Con todo, las menciones nibiruanas no cuentan absolutamente nada de eso por mucho que se empeñen; Nibiru no es Júpiter, puesto que los textos insisten en que cruza la eclíptica y… Júpiter no está capacitado para llevar a cabo dicha maniobra.

Documentos astronómicos como el Mul Apin y el Astrolabio B junto al mismo Enuma Elish, acreditan la existencia de Nibiru sí o sí. Nibiru existe. Nadie en su sano juicio se atrevería a cuestionar la veracidad de estos “catálogos” sumerios de estrellas, planetas y constelaciones; y por extensión la de sus componentes, entre los que se encuentra Nibiru. Además las órbitas excéntricas de algunos planetas como la que presenta Nibiru, hoy por hoy son una realidad, como la del Kepler 63b en la constelación del cisne.

Planeta o cometa sería la pregunta tras considerar su trazado orbital. ¿Por qué causaría tanto impacto Nibiru en la cultura sumeria si hubiese sido tan sólo un cometa? No tiene sentido. Los sumerios se hartaron de ver cometas durante los más de tres mil años que duró su imperio. No tenían ninguna necesidad de desmarcar a Nibiru del resto de cometas, en el caso de que lo hubiese sido. Tuvo que ser algo diferente y más espectacular para dejar esa huella. Con lo cual, que el Nibiru sumerio sea una especie de Planeta X es lo más lógico aunque todavía no lo hayamos localizado.

Este artículo ha sido escrito por Samuel García Barrajón en colaboración para CodigoOculto.com