Un gran resplandor verde en una región de Canadá y la desaparición de un pueblo completo de 1.200 personas, junto a los cuerpos de su cementerio, son algunos de los incidentes ocurridos… ¿Qué sucedió con el poblado Inuit y en lago Anjikuni hace casi 100 años?

En 1930, la Real Policía Montada de Canadá tuvo entre sus manos la investigación del caso que, a día de hoy, sigue siendo uno de los más extraños de la historia canadiense y el cual divide a los investigadores sobre su veracidad.

El pueblo inuit y su enigmática desaparición

Pueblo Inuit, supuestamente desaparecido en 1930. Crédito: Clarin

Una polémica historia que, a pesar de tener fundamentos reales, siempre ha estado envuelta por aire de misticismo y fantasía que hacen dudar a algunos especialistas.

Todo comenzó en 1930, cuando el cazador Arnand Laurent, quien estaba en el extremo norte de la Bahía de Hudson, en el ártico, denunció a la Real Policía Montada de Canadá que había sido testigo de un enorme objeto cilíndrico centellante surcando los cielos.

Las autoridades, a pesar de tomar su declaración, engavetaron el archivo y no le prestaron atención por lo descabellado que sonaba.

Sin embargo, algunos meses después, Joe Labelle, un cazador canadiense que aprovechaba el verano ártico para viajar, se dirigió hasta el pueblo Inuit para vender sus pieles, como acostumbraba.

Cuando llegó al Lago Anjikuni, se topó con una macabra sorpresa; el lugar estaba vacío. Los perros no ladraron a su llegada, no había humo saliendo de las chimeneas, no se escuchaba ni una sola voz.

Pensó en primera instancia que habían decidido dejar la región, pero cuando investigó, se dio cuenta que los kayaks usados para la pesca estaban anclados, no habían huellas ni de pisadas ni de trineos, las armas estaban guardadas en las casas, las provisiones seguían almacenadas. Incluso, había mesas con los platos llenos de guiso de caribú recién servidos y en las ollas.

Cuando buscó a los alrededores, se encontró con los perros, sagrados e indispensables para viajar para los Inuit, aun amarrados, muertos de inanición o con signos de haberse comido entre ellos.

Pero sin duda, el hallazgo más macabro se encontró en el pequeño cementerio del poblado, el cual había sido totalmente profanado. No había tumba que no haya sido abierta y sin cuerpo. Algo extraño, ya que se requería mucho esfuerzo para abrir las pilas de piedra que los Inuit usaban para enterrar a sus miembros. Además, tampoco había huellas de trabajo.

¿Realidad o una historia arraigada con el tiempo?

El objeto que avistaron las personas era cilíndrico y destellante. Imagen de Pinterest

Ningún pueblo cercano supo que sucedió con los Inuit, pero muchos declararon lo mismo; días previos a una enorme tormenta, vieron una gran luz verde que descendió del cielo al poblado.

Muchos pensaron que era una aurora boreal, pero ahora estaban seguros que fue el responsable de los 1.200 desaparecidos.

La Policía Montada desengavetó la denuncia hecha por Laurent y el avistamiento de un misterioso objeto cilíndrico centellante, en dirección al Lago Anjikuni.

Cabe resaltar que, a pesar de ser una historia enigmática, también hay ciertas incongruencias. Por ejemplo, el único recorte de prensa que avala la historia, es un artículo en el Danville Bee, firmado por Emmet Kelleher, de 1930. Sin embargo, dicho recorte parece ser falso, pues la foto que contenía así lo era.

Por otro lado, hay testimonios de la Real Policía Montada donde aseguran que nunca investigaron el caso como relataron Labelle y Laurent. Y es que la propia lógica habla de lo imposible que sería la existencia de un asentamiento de más de 1.000 personas en tal latitud, ya que ni la caza ni la pesca eran tan abundantes para alimentarlos a todos.

Las autoridades canadienses tienen constancia de varios asentamientos esquimales abandonados, aunque ninguno superaba los 200 habitantes. Esto era frecuente entre los Inuit, de hecho, se les considera un pueblo seminómada. Además, sus creencias religiosas siempre les hacen cambiar el lugar de asentamiento periódicamente.

Por ello, las casas quedan abandonadas, pero no hay casos probados donde se hayan dejado objetos valiosos, como kayaks o armas. Sólo a un extranjero le podría dar la impresión de estar en un pueblo donde sus habitantes hayan desaparecido de un momento a otro al encontrar las estructuras abandonadas.

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Casualmente, el artículo de Emmet Kelleher inspiró libros como “Stranger than Science”, de Frank Edwards, quien fue el precursor de la leyenda actual.

La historia se repitió en diferentes novelas y libros, incluyendo películas y series más tarde, como la adaptación del libro de Dean Koontz, protagonizada por Ben Affleck en 1998.

Una historia fascinante y que, aún en la actualidad, sigue generando controversia y dividiendo a los expertos casi 100 años después ¿Qué sucedió realmente con la aldea Inuit?

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