¿Existe algún significado oculto tras las sorprendentes edades de los patriarcas antediluvianos citadas en el quinto capítulo del Génesis? ¿Y por qué estos números difieren tanto entre el texto masorético y la Septuaginta?
Estas preguntas mantuvieron ocupado al novelista sueco del siglo XIX, además de periodista, estudioso y miembro del Parlamento, Viktor Rydberg, a finales de la década de 1860.
En 1869, Rydberg había llegado a sus propias conclusiones al respecto, conclusiones que fueron publicadas en lengua sueca. Las ideas de Rydberg captaron el interés de Samuel Birch, del Museo Británico, y unos años más tarde fue publicado un artículo en inglés en Transactions of the Society of Biblical Archaeology («Transacciones de la Sociedad de Arqueología Bíblica») (1877:vol.V), bajo el título «Key to the genealogical table of the first patriarchs in Genesis» («Clave para la tabla genealógica de los primeros patriarcas del Génesis»).
Desde su publicación, el artículo fue ignorado en gran medida.
La tesis de Rydberg
El artículo sugiere que hay oculta una tabla astronómica tras las edades de los patriarcas. Esta tabla incluiría números clave en la astronomía de la época, y particularmente cruciales para el arcaico calendario lunisolar hebreo.
Por plausible que pueda parecer esta solución, resulta bastante especulativa por el escaso material escrito que permita confirmarlo. Recientes hallazgos arqueológicos, sin embargo, como la Lista de los Reyes Sumerios y los Manuscritos del mar Muerto, parecen ofrecer cierto respaldo a la tesis de Rydberg.
Echemos un vistazo con más detenimiento. Comparando los linajes que aparecen en los capítulos 4 y 5 del Génesis, Rydberg supuso que compartían un documento común como fuente, documento que Rydberg decidió intentar reconstruir. El investigador creía que Set, más que Elohim, era la divinidad del documento original. Al tener el mismo significado los nombres de Adán y Enós, Rydberg pensó que uno de ellos habría sido añadido posteriormente. Set y Enós no fueron incluidos por esta razón en la reconstrucción del investigador, que obtuvo de este modo finalmente una lista de dieciocho patriarcas antediluvianos.
En el capítulo 5 del Génesis aparecen vinculados tres números a cada patriarca. Su edad al nacer su primer hijo, los años que vivieron después y la edad a su muerte. La edad de Enoc, 365 años, ha sido interpretada como una pista que apunta hacia una interpretación astronómica.
Al disponer estos números en columnas y sumarlos, se confirmó la hipótesis astronómica. La primera columna daba como resultado el número 1461, conocido también como ciclo de Sotis: el número de años entre dos ortos helíacos de la estrella Sirio en la misma fecha del año solar. Este dato implicaría que el diluvio se produjo exactamente un período de Sotis después de la creación del hombre.
En la segunda columna se obtenía el número 4947, que curiosamente resulta ser el número de años lunares que equivale a 4.800 años solares. En 600 años este ciclo diverge en menos de un día, siempre que se intercale un día cada 50 años. Un dato que encaja perfectamente con los años conocidos como jubileos, mencionados en el Levítico (25,8-13).
Estos dos números exactos obtenidos al sumar las edades de los patriarcas difícilmente pueden explicarse como meras coincidencias.
Otras evidencias
Por otro lado, el descubrimiento de la Lista de los Reyes Sumerios aporta una posible explicación a por qué el texto masorético habla de diez patriarcas en lugar de ocho.
Además, es bien conocido desde el hallazgo de los Manuscritos del Mar Muerto en la década de 1940 que el calendario era una cuestión candente para los integrantes del movimiento que se refugiaron hace dos mil años en Qumrán, cerca del Mar Muerto. En la época en la que se fundó la comunidad de Qumrán, el templo de Jerusalén había adoptado diversas costumbres griegas, entre ellas el más conveniente Ciclo Metónico de 19 años para confeccionar calendarios.
Además, al comparar el texto masorético con el de la Septuaginta, Rydberg observó varias diferencias importantes. Aunque las edades de los patriarcas son las mismas (con la excepción de Lamec), sus edades al nacimiento de sus primogénitos (y por tanto también lo que les quedaba de vida) difieren considerablemente. Para la época de la primera traducción griega de la Torah, el significado astronómico original muy bien podría haber quedado obsoleto en favor del calendario griego lunisolar. Sin embargo, el linaje sin duda ejercía su función como documento pseudo-histórico para enlazar acontecimientos posteriores con la creación del mundo.
Rydberg afirmó que el texto masorético estaba basado en documentos babilónicos exactamente por esta razón.
La Septuaginta, por otro lado, fue corregida para armonizar con los documentos históricos de los egipcios, con toda probabilidad la Egipcíaca de Manetón. Al comparar los linajes de los patriarcas postdiluvianos en la Septuaginta, parecen coincidir con la lista de los reyes egipcios hasta el tiempo de la dinastía XXX.
El tiempo de las primeras once dinastías de Egipto suma un total 2262 años, y suman lo mismo los números de los patriarcas antediluvianos de la Septuaginta.
De igual modo, el tiempo que pasa desde el Diluvio hasta el Éxodo suma 1777 años en la Septuaginta, un número que coincide con el tiempo comprendido entre la dinastía XII y el faraón Tutmosis. Y finalmente, el tiempo desde el Éxodo hasta el final de la dinastía XXX es de 1117 años tanto en la Septuaginta como en los fragmentos de la Egipcíaca que han llegado hasta nuestros días.
En suma, el artículo de Rydberg sugiere que los números del capítulo 5 del Génesis constituían originalmente una tabla astronómica, pero que cuando los calendarios griegos hicieron que los antiguos calendarios jubileos quedaran obsoletos, estos números fueron utilizados para conciliar la historia de los hebreos con la de los babilonios en el texto masorético, y con la de los egipcios en la Septuaginta.
Este artículo fue publicado anteriormente en Ancient Origins en español y ha sido publicado nuevamente en CodigoOculto.com con permiso.
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