La conspiración de las patentes ha cobrado muchas víctimas en la última década. Uno de estas personas fue Daniel Dingel, un inventor de un motor de agua que fue condenado a 20 años de cárcel.
La historia de Daniel Dingel es sumamente extraña y da cabida a mucha especulación. Dingel falleció en el año 2010, a los 84 años de edad.
Después de su muerte, su hijo voló desde Estados Unidos para ver a su padre y, de repente, todo su trabajo, investigación y planos, desapareció.
Su hijo había encontrado una especie de libro que mostraba un supuesto plan de «recuperación económica mundial» que, supuestamente, había sido dejado por el gobierno estadounidense. Este plan tenía un lapso de 5 años una vez se lanzara la tecnología del motor de agua.
Dingel y su motor de agua
Dingel pasó sus últimos días viviendo en una finca privada la cual tenía guardias de seguridad debido a su condición de privado de libertad y, supuestamente, le habían otorgado un millón de dólares para que continuara con su proyecto.
En esta enmarañada trama figura el nombre de Bill Gates como posible «donante», pero realmente no se sabe de dónde vino el dinero. Lo único seguro, es que su trabajo desapareció de un momento a otro.
Dingel también fue muy conocido en el país asiático por ser un duro crítico contra el gobierno de su país ya que siempre se negaron a apoyar su investigación.
De hecho, el Departamento de Ciencia y Tecnología de Filipinas catalogó el trabajo como un vil engaño. Algo totalmente contradictorio, ya que el mismo Departamento de Energía confirmó que el motor producía hasta un 40.41% de gas de composición de hidrógeno.
Sentenciado a la cárcel
En el 2008, el juez Rolando How lo sentenció a 20 años de cárcel y a indemnizar con 380.000 dólares a la firma taiwanesa Formosa Plastic Group por «incumplimiento de contrato».
La empresa se había aproximado a Dingel a mediados del 2000, interesada en el proyecto de un motor propulsado de hidrógeno que extraía del agua. Después de presenciar las primeras pruebas exitosas del proyecto, el inventor viajó a Taiwán, firmando un contrato y recibiendo 20.000 dólares para todos sus gastos y 20.000 dólares más para iniciar la investigación.
Según la firma, después solicitó 300.000 dólares para comprar tres vehículos para hacer otros prototipos y en septiembre del 2001, le otorgaron 60.000 dólares más.
Formasa Plastic Group demandó a Dingel cuando, supuestamente, este dejó de responder a sus llamados, además de no presentar más resultados.
Un invento «popular»
Casualmente, desde hace unos años diferentes empresas han presentado varias propuestas de autos alimentados por hidrógeno extraído del agua. La empresa japonesa Genepax trabaja en un vehículo que con un litro de agua de consumo puede circular hasta 60 minutos a una velocidad de 80 kilómetros por hora.
La Corporación Tecnológica de Tecnalia, en España, también demostró en 2010 un prototipo del H2Car, un prototipo de motor que se alimenta de una batería de hidrógeno.
Daniel Dingel se defendió antes de su fallecimiento en la televisión estatal de Filipinas National Broadcasting Network, en el programa de noticias Balitalakay, también apareció en otros canales de televisión, atribuyendo que la demora de su desarrollo fue culpa de Formosa Plastic Group.
Denunció que la compañía le había cambiado en más de una ocasión y sin ningún tipo de aviso las políticas del invento, además la falta de voluntad política y de apoyo por parte de su gobierno.
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Un caso triste de un hombre que pretendía hacer del mundo un lugar mucho más ecológico y menos contaminado y que, además, deja muchas dudas en el aire. Sin duda, parece otra vil jugarreta de las grandes corporaciones a otra mente prodigiosa que, por no tener los recursos necesarios, deben recurrir a ellas…
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