¿Los prefieres en tu dedo o cuello, o en las alturas de la atmósfera? Científicos ahora han propuesto lanzar una gran cantidad de diamantes pulverizados en la atmósfera con la intención de enfriar el planeta.
Según los científicos, hay formas de enfriar el planeta, y luego hay formas geniales de enfriar el planeta. ¿Pasar décadas pulverizando diamantes por un valor de aproximadamente 200 billones de dólares y luego dispersarlos en la atmósfera? A los científicos, obviamente, les parece genial.
Contrariamente a lo que pueda pensarse, una idea tan audaz no fue concebida por un escritor de ciencia ficción, sino por investigadores que realizaban un riguroso ejercicio científico. No se trata necesariamente de si es una idea factible o buena en sí misma, sino de sopesar seriamente todas las opciones ante la inminente catástrofe climática.
Teniendo esto en cuenta, ¿cómo funcionaría este planteamiento hipotético? Como se detalla en un estudio publicado en la revista Geophysical Research Letters, inyectar unos cinco millones de toneladas de polvo de diamante en la atmósfera cada año bastaría para enfriar nuestro planeta casi 2.9 grados Fahrenheit.
Claro que harían falta 45 años de inyecciones ininterrumpidas y costarían casi 200 billones de dólares, pero la intervención bastaría para mantenernos justo por debajo del umbral de calentamiento de 2.7 grados, más allá del cual se cree que los efectos catastróficos del cambio climático son irreversibles.
Geoingeniería solar
Esta hazaña de geoingeniería solar -mediante la liberación deliberada de pequeñas partículas en la atmósfera- se conoce como inyección de aerosoles estratosféricos. El estudio también examinó el uso de azufre, una opción mucho más práctica, junto con otros cinco aerosoles candidatos.
Utilizando un modelo climático tridimensional, los investigadores simularon por separado los efectos del uso de diamante, azufre y los otros aerosoles durante casi cinco décadas, prestando especial atención a cómo se coagulaban, o agrupaban, y cuánto tiempo duraban en la atmósfera, un proceso conocido como sedimentación.
Un exceso de coagulación hace que el calor quede atrapado en puntos concretos en lugar de reflejarlo, ya que las partículas deben permanecer difusas para que el plan en su conjunto no resulte contraproducente. Y, por supuesto, si los aerosoles no duran mucho ahí arriba, tampoco lo harán sus supuestos beneficios.
En ambos aspectos, los diamantes pulverizados brillaron con luz propia: no se aglomeraron y se mantuvieron en el aire, con la ventaja añadida de que no se convirtieron en lluvia ácida, según Science. El azufre, en cambio, era el segundo peor de todos los candidatos porque tendía a aglomerarse mucho.
Azufre en lugar de diamantes
Dicho esto, el azufre sigue siendo una opción atractiva y probablemente la mejor porque es “básicamente gratis”, declaró a Science Douglas MacMartin, ingeniero de la Cornell University cuyo trabajo se cita en el estudio. Podemos examinar fácilmente sus efectos a gran escala a través de erupciones volcánicas, dijo MacMartin, y porque es un gas, sería más fácil de dispersar a través de aviones que con las pesadas cargas de diamante.
MacMartin dijo:
“Creo que es interesante explorar estos otros materiales. Pero si me preguntas hoy qué se va a desplegar, será sulfato”.
Así pues, probablemente no tendremos un cielo reluciente de microdiamantes en un futuro próximo. Shuchi Talati, fundador de la Alliance for Just Deliberation on Solar Geoengineering, que no participó en el estudio, declaró a Science que un estudio como éste es “realmente valioso”.
Talati dijo:
“Es necesario comprender la física inicial de las posibles partículas para poder hablar de las repercusiones más amplias”.
Algunos científicos siguen oponiéndose a la investigación en geoingeniería porque les preocupan las consecuencias imprevistas de su aplicación a gran escala y creen que desvía investigadores y fondos de la reducción de las emisiones de carbono y el impacto climático. Daniel Cziczo, científico atmosférico de la Purdue University que se opone a la investigación en geoingeniería, afirma que “alguien podría pensar que se está recomendando un tipo de partículas en lugar de otras”. Pero con todas las incertidumbres pendientes, dice, esa conclusión es “muy engañosa”.
[FT: science]
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Crédito imagen de portada: depositphotos.com
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