En el este de Eurasia el permafrost se está derritiendo, ayudando a revelar los cuerpos antes enterrados del temible Imperio Mongol, así como su gusto por la leche de yak.
Según un estudio codirigido por un investigador de la University of Michigan, los investigadores han determinado por primera vez la fecha en que la élite del Imperio Mongol bebía leche de yak. Mediante el análisis de proteínas halladas en antiguos cálculos dentales, un equipo internacional de investigadores aporta pruebas directas del consumo de leche de múltiples rumiantes, entre ellos el yak. Además, descubrieron proteínas de la leche y la sangre asociadas tanto a caballos como a rumiantes.
El estudio presenta hallazgos novedosos de proteínas procedentes de un cementerio de élite de la era mongola con una conservación excepcional en el permafrost. Se trata del primer ejemplo de leche de yak recuperada en un contexto arqueológico. Investigaciones anteriores indican que la leche ha sido un recurso crítico en Mongolia durante más de 5.000 años. Aunque se ha datado con seguridad el consumo de leche de vaca, oveja, cabra e incluso caballo, hasta ahora ha sido difícil determinar cuándo se empezó a beber leche de yak. Para saber cuándo y dónde domesticaron los humanos a esta especie emblemática, sólo se dispone de restos de yaks raramente recuperados y de representaciones artísticas de yaks, pero no está claro si son salvajes o domésticos.
El descubrimiento de un cementerio de la élite de la época mongola en el norte de Mongolia sorprendió a los investigadores.
Alicia Ventresca-Miller, profesora adjunta del Departamento de Antropología de la University of Michigan, dijo en un comunicado:
“Nuestro hallazgo más importante fue una mujer de élite enterrada con un sombrero de corteza de abedul llamado Bogtog y una túnica de seda que representaba un dragón dorado de cinco garras. Nuestros análisis proteómicos concluyeron que bebió leche de yak durante toda su vida. Esto nos ayudó a verificar el uso a largo plazo de este animal icónico en la región y sus vínculos con los gobernantes de élite”.
Situado a lo largo de una cresta de gran altitud cubierta de niebla, el lugar lleva el nombre de “Khorig”, que significa tabú. Es posible que este cementerio fuera considerado de élite, ya que los investigadores recuperaron evidencia de la élite gobernante, incluido un dragón de cinco garras representado en una vasija Cizhou y una túnica tradicional, o deel.
J. Bayarsaikhan, investigador del Max Planck Institute for the Science of Human History y del National Museum of Mongolia, dijo en un comunicado:
“Las vasijas de cerámica se convirtieron en faroles hechos con productos lácteos, que revelaron ideas religiosas antiguas y la vida cotidiana de las élites del imperio mongol”.
Los arqueólogos llevan años recogiendo y conservando piezas de seda y cuero esparcidas por la superficie cerca de los enterramientos. Desgraciadamente, en las últimas décadas el permafrost se ha derretido y los yacimientos han sido saqueados.
Julia Clark, de Nomad Science, dijo en un comunicado:
“El grado de saqueo que estamos viendo no tiene precedentes. Casi todos los enterramientos que podemos localizar en la superficie han sido destruidos recientemente por los saqueos”.
Los arqueólogos sospechaban desde hace tiempo que esta zona era importante, y sigue siendo una de las principales áreas de pastoreo de yaks en la actualidad. Aunque los saqueadores perdieron mucho, lo que quedaba de los enterramientos estaba bien conservado.
Un equipo internacional de investigadores utilizó el análisis proteómico del cálculo dental para identificar la dieta de las élites de la época mongola. Encontraron proteínas asociadas a la leche, la sangre y otros tejidos que habían sido consumidos por distintos individuos.
Shevan Wilkin, codirector del estudio e investigador de la University of Zurich y el Max Planck Institute for the Science of Human History, dijo en un comunicado:
“Lo realmente emocionante es que entre las vacas y los yaks sólo hay una diferencia en la secuencia de aminoácidos de la proteína de la leche más comúnmente recuperada, y en este caso, pudimos recuperar la parte que es específica del yak, Bos mutus”.
Gracias a las increíbles condiciones de conservación del permafrost, el equipo pudo identificar por primera vez proteínas interesantes recuperadas de muestras arqueológicas. Entre ellas, proteínas de la cuajada de la leche de yegua y proteínas de la sangre caprina y equina que no se habían encontrado antes en cálculos dentales.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en Communication Biology.
Referencias: University of Michigan
Crédito imagen de portada: depositphotos.com
Gracias por leernos. Te invitamos a seguirnos en nuestra Fan Page, para estar al tanto de todas las noticias que publicamos a diario. También puedes visitar nuestra portada para enterarte de las últimas novedades o unirte a nuestro Grupo Oficial y a nuestra comunidad en Telegram. Y además también puedes suscribirte a nuestro boletín semanal de noticias.
0 comentarios