Para muchos autores e investigadores, la Luna es un lugar con gran potencial de poseer vestigios o ruinas de antiguas civilizaciones o de alienígenas, lo que abriría una nueva capa de estudio: arqueología fuera de la Tierra.
La idea de la arqueología lunar fue discutida mucho antes del vuelo espacial. En los años 1930s, J. Wyndham (alias J. Beynon) escribió The Last Lunarians —un informe ficticio sobre una misión arqueológica a la Luna—. En textos acerca del descubrimiento de un antiguo artefacto lunar, en un cuento llamado El Centinela, Arthur C. Clarke dijo: «Hay veces en que un científico no debe temer hacer el ridículo».
Hoy, la idea de explorar la Luna en búsqueda de artefactos no-humanos es poco común entre selenólogos. Sin embargo, nosotros sabemos tan poco sobre la Luna que la investigación de características superficiales inusuales solo podría contribuir a un mejor conocimiento. Cuando volvamos a la Luna, es posible que los estudios arqueológicos lunares sigan adelante algún día.
Se ha argumentado que la Luna se podría utilizar como indicador de visitas extraterrestres a nuestro Sistema Solar. Desafortunadamente, la detección de artefactos extraterrestres en la Luna está fuera del interés de la mayoría de los selenólogos debido a su orientación hacia formaciones y procesos naturales. Tampoco se encuentra dentro de los intereses de los principales arqueólogos, pues la arqueología tiende a adherirse a un punto de vista geocéntrico pre-copernicano.
Buscando artefactos alienígenas en la Luna
En 1992, la Búsqueda de Artefactos Extraterrestres en la Luna (SAAM – Search for Alien Artifacts on the Moon) —el primer reconocimiento arqueológico privado de la Luna— fue iniciado. Las justificaciones para este «SETI lunar», la terminología de los principios específicos de esta arqueología, y la búsqueda de áreas prometedoras en la Luna, constituían la primera etapa del proyecto (1992-95).
Los resultados preliminares de la exploración lunar demuestran que la búsqueda de artefactos extraterrestres en nuestro satélite es una potencial estrategia para SETI, especialmente en el contexto de los planes de colonización. El objetivo de la segunda etapa de SAAM (1996-2001) era la búsqueda de blancos prometedores del estudio arqueológico lunar. Las metas de esta segunda etapa implicaron (1) desarrollo de nuevos algoritmos para el reconocimiento arqueológico del espacio, (2) utilizar estos algoritmos para detectar posibles sitios arqueológicos en la Luna, y (3) examinar la reacción de la comunidad científica ante estos resultados.
¿Sondas alienígenas en la Luna?
En un artículo publicado en Science Direct en 2013 (Ref. 2), se especula con que las civilizaciones extraterrestres podrían haber enviado sondas a nuestra región de la galaxia hace mucho tiempo, terminando algunas en nuestro satélite —tal vez luego de una misión de vigilancia del planeta Tierra—.
Los restos de tales artefactos se habrían conservado en el ambiente lunar por miles o millones de años. Para su búsqueda, los científicos Paul Davies y Robert Wagner de la Universidad de Arizona, propusieron aprovechar el escrutinio que se hace constantemente de la gran base de fotografías obtenidas por el Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO). Idea que, hasta ahora, no se ha implementado.
Una forma diferente de buscar evidencias
Se acepta generalmente que la búsqueda de artefactos extraterrestres en la Luna no es necesaria porque no hay ninguno. La lógica circular conduce a un callejón sin salida: no hay hallazgos, por lo tanto no hay búsquedas, por lo tanto no hay hallazgos, etc.
¿Dado el éxito del uso de la detección remota terrestre para encontrar sitios arqueológicos en la Tierra, se podrían utilizar técnicas similares para encontrar posibles construcciones artificiales en la Luna y otros planetas? Difícilmente, si los planetólogos piensan solamente en términos de formaciones naturales. Por ejemplo, la antigua fortaleza de Koy-Krylgan-kala en Uzbekistán, construida entre el siglo IV y el I a.C., parecía ser un gran cráter antes de la excavación en 1956 (fig. 1). En la Luna, Koy-Krylgan-kala no sería percibido entre todos los cráteres producidos por impactos.
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En lugar de la actual presunción que todas las características superficiales son naturales, una estrategia alternativa de búsqueda tiene que estar abierta a la posible existencia de artefactos. Si estamos abiertos a esta posibilidad, entonces uno puede extender los criterios de búsqueda para la detección de vida en la Tierra a otros planetas.
Más datos por analizar
Desde el espacio, en resoluciones de 100 m, los patrones que revelan la existencia de una civilización en nuestro planeta son principalmente las construcciones agrícolas y urbanas en la superficie ordenadas rectangularmente… Estos patrones serían extremadamente difíciles de entender desde los argumentos geológicos, incluso en un planeta altamente imperfecto. Tales órdenes rectangulares claramente no son una configuración termodinámica o mecánica del equilibrio de una superficie planetaria. Y es precisamente lo ajeno al equilibrio termodinámico lo que atrae nuestra atención a tales fotografías (Fig. 2 y 3).
Entonces, dado que los patrones rectangulares en las fotos aeroespaciales de la Tierra se reconocen como muestras de la cultura humana, parece razonable buscar este tipo de patrones en la Luna si queremos encontrar restos de una cultura extraterrestre. Por ejemplo, asuma que el equivalente de bases lunares modernas propuestas fueron construidas hace mucho en la Luna. Dichas estructuras habrían sido construidas bajo la superficie para tener protección contra la radiación de ionización y meteoritos. Hoy en día, estas antiguas estructuras pueden aparentar ser sistemas erosionados de riscos y depresiones, cubiertos por rocas y cráteres (Fig. 4).
Puede leer más información en: Searching for alien artifacts on the moon, estudio realizado por P.C.W. Davies y R.V. Wagner.
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