Los científicos del Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO) anunciaron que por segunda vez han detectado ondas gravitacionales de dos agujeros negros en colisión, lo que confirma la Teoría de la Relatividad General.
El anuncio fue hecho este miércoles durante una conferencia de prensa que se ha celebrado simultáneamente en la Universidad Estatal de Moscú (Rusia) y la Asociación de Astronomía de San Diego (EE.UU.).
Los movimientos del tejido galáctico fueron captados por los dos detectores gemelos del LIGO ubicados en Livingston (Luisiana) y Hanford (Washington), el 26 de diciembre de 2015.
La primera detección de las estas ondas, cuya existencia ha sido uno de los mayores misterios de los últimos 100 años, tuvo lugar el 14 de septiembre de 2015, y fue anunciada en febrero.
A diferencia de la primera vez, cuando la señal fue claramente distinguible, esta vez fue más débil, informaron los científicos de la Universidad Estatal de Moscú. Sin embargo, mediante el uso de técnicas especiales, los especialistas lograron separar la señal de otros ruidos galácticos.
Se concluyó que las ondas detectadas por segunda vez se produjeron en la última fracción de segundo cuando dos agujeros negros con masas 14 y 8 veces más grandes que la del Sol se fusionaron en un enorme cuerpo del espacio-tiempo.
«Al ser algo exótico, las ondas gravitacionales ―estas piezas voladoras de la curvatura del espacio-tiempo― se han convertido en una nueva fuente de información sobre el universo y abrieron la era de la astronomía gravitacional», comentó Serguéi Viatchánin, profesor del Departamento de Física de la Universidad de Moscú.
Esta segunda observación confirma que esta clase de cataclismos espaciales no son hechos aislados, sino que suceden con relativa frecuencia. Los investigadores, por lo tanto, animados por este nuevo éxito científico, se muestran optimistas y creen que serán capaces de detectar más acontecimientos similares a finales de este mismo año, cuando los detectores LIGO y Virgo vuelvan a operar tras unos meses de mantenimiento y actualizaciones. El hallazgo, fruto de una colaboración internacional que incluye nombres españoles, acaba de ser anunciado durante la reunión de la Sociedad Astronómica Americana, que se celebra estos días en San Diego, y publicado por la revista Physical Review Letters.
A pesar de que esta segunda señal, llamada GW151226, es más debil que la detectada hace tres meses (GW150914), el hallazgo ha sido confirmado con una certidumbre superior al 99,99999%. Llevar a cabo todas las comprobaciones necesarias es, precisamente, la razón de que hayan pasado seis meses entre la detección y el anuncio del descubrimiento.
¿Qué genera estas ondas?
Las ondas gravitacionales se asemejan al efecto que se produce en una cama elástica cuando algo cae sobre ella. Cuanto más grande es el objeto, más ondulación producen. Por ejemplo, en nuestro sistema solar las ondas gravitacionales más fuertes son aquellas que se deben a los movimientos del Sol y Jupíter.
En teoría la perturbación gravitacional es producida por materia que se mueve con aceleración variable. Las ondas más fuertes deben ser producidas o por colisión de dos objetos gigantes con aceleraciones pequeñas, como dos galaxias, o por dos objetos de menor masa pero con aceleración enorme, como la fusión de estrellas de neutrones.
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