El objeto interestelar 3I/ATLAS está generando un interés particular debido a la extraordinaria coincidencia entre su trayectoria y el límite gravitacional de Júpiter, una coincidencia que su autor considera tan precisa que difícilmente podría atribuirse únicamente al azar. El recorrido del objeto, ajustado por una aceleración no gravitacional detectada tras su perihelio, parece llevarlo directamente al borde de la esfera de influencia del planeta, lo que abre preguntas sobre su origen y propósito.
3I/ATLAS es un objeto procedente del espacio interestelar cuya trayectoria hiperbólica confirma que no está ligado gravitacionalmente al Sol. Tras su paso por el perihelio, se registró una aceleración no gravitacional que modificó ligeramente su ruta, provocando un cambio suficiente como para situarlo en dirección al límite del radio de Hill de Júpiter. Este límite define la región en la que el planeta puede capturar objetos pese a la influencia dominante del Sol. El cálculo realizado para marzo de 2026 sitúa ese límite en más de cincuenta millones de kilómetros, y la distancia mínima prevista entre el objeto y Júpiter coincide casi exactamente con ese valor, con una diferencia tan pequeña que resulta llamativa en una escala astronómica.
El ajuste en la trayectoria
La actualización de la órbita mediante modelos que incorporan la aceleración detectada muestra que esa pequeña fuerza adicional produjo exactamente el desplazamiento necesario para que 3I/ATLAS alcance el borde de la esfera gravitacional joviana. La coincidencia sorprende porque cualquier aceleración no gravitacional suele interpretarse como un efecto natural asociado a la liberación de gases o partículas, pero en este caso su magnitud coincide con la cantidad precisa que se necesitaba para ajustar la trayectoria hasta ese punto específico.
El autor plantea que, si el objeto fuese tecnológico, el perihelio sería el momento ideal para efectuar un ajuste, ya que los efectos gravitatorios del Sol permiten maximizar el rendimiento energético de cualquier impulso. Además, el hecho de que este periodo coincidiera con un momento en que el objeto estaba oculto tras el Sol añade un factor interesante, ya que las observaciones desde la Tierra son imposibles durante ese intervalo.

Trayectoria de 3I/ATLAS con posiciones de los planetas el 22 de noviembre de 2025. Crédito de imagen: NASA / JPL
La hipótesis de un propósito
El límite del radio de Hill de Júpiter sería un punto útil para depositar dispositivos que pudieran quedar en órbita sin que el objeto principal necesitara alterar significativamente su camino. La aproximación de 3I/ATLAS se producirá con una velocidad relativa elevada, por lo que cualquier elemento liberado debería reducir su velocidad para quedar dentro del dominio gravitacional del planeta. El planteamiento sugiere que el objeto podría actuar como un vehículo que únicamente se aproxima al borde exterior, mientras que módulos más pequeños podrían encargarse de la desaceleración final.
El autor presenta esta idea como una posibilidad teórica, no como una afirmación. Sin embargo, resalta que si existiera un propósito de observación o despliegue de dispositivos, Júpiter sería un objetivo razonable debido a su tamaño, dinamismo y relevancia dentro del sistema solar. También menciona que la ausencia de objetos similares alrededor de la Tierra implicaría que el planeta no es necesariamente el foco principal de atención para una eventual civilización responsable de tales misiones.
La coincidencia estadística
La precisión con la que la distancia mínima coincide con el radio de Hill se describe como estadísticamente muy baja si se atribuye solo a causas naturales. La diferencia entre ambos valores es diminuta comparada con la escala orbital de Júpiter, lo que vuelve la coincidencia más notable. Esta situación no implica necesariamente que el objeto sea artificial, pero sí invita a considerar escenarios alternativos y a observar el fenómeno con mayor detenimiento.
Posibles verificaciones observacionales
A pesar de lo sugestiva que resulta la hipótesis, el autor reconoce que la explicación natural sigue siendo la más probable. Para esclarecer la cuestión, propone que se observen posibles objetos nuevos en órbita alrededor de Júpiter después del paso de 3I/ATLAS. Cualquier cuerpo que no formara parte del sistema joviano previamente podría ser motivo de estudio. Asimismo, la trayectoria futura del objeto y las mediciones de su aceleración podrían ofrecer más pistas sobre su comportamiento.

Imagen de 3I/ATLAS el 14 de noviembre de 2025. Crédito de imagen: Rolando Ligustri. En el recuadro de la izquierda: imagen de 3I/ATLAS, tomada el 15 de noviembre de 2025, muestra una anticola prominente junto con dos colas. La dirección hacia el Sol apunta a la esquina inferior izquierda. Crédito de imagen: Teerasak Thaluang, MPC-051, Rayong, Tailandia.
Pero, ¿por qué 3I/ATLAS se interesaría en Júpiter y no en la Tierra?
3I/ATLAS llegaría al borde de la esfera de influencia de Júpiter a gran velocidad, por lo que cualquier dispositivo que dejara allí tendría que desacelerar activando sus propios motores, ya que la velocidad relativa con Júpiter sería de casi 66 kilómetros por segundo, muy superior a los 2.2 kilómetros por segundo necesarios para quedar atrapado por la gravedad del planeta. Tras su paso, cualquier objeto nuevo en órbita podría ser detectado por la sonda Juno u otros orbitadores. Encontrar satélites tecnológicos alrededor de Júpiter implicaría interés extraterrestre por ese planeta, mientras que no hallar nada cerca de la Tierra sugeriría que no somos un objetivo relevante y que nuestro invitado interestelar no está interesado en nosotros. No solo no estamos en el centro del sistema solar, sino que tampoco somos el centro de atención de nuestro vecindario cósmico. Esto sería un golpe para nuestro ego, como asistir a una fiesta donde nadie está dispuesto a bailar con nosotros. Quizás se deba a que la especie humana llegó tarde a la fiesta, hace solo unos millones de años, mientras que Júpiter, el planeta más grande del sistema solar, era visible para los remitentes de 3I/ATLAS cuando la misión se lanzó hace miles de millones de años. Quizá esto se deba a que la humanidad apareció muy tarde en comparación con la antigüedad del sistema solar y las escalas de tiempo interestelares, ya que 3I/ATLAS podría haber tardado miles de millones de años en cruzar la galaxia.
Ojo al piojo:
El encuentro de 3I/ATLAS con la esfera gravitacional de Júpiter representa una oportunidad excepcional para estudiar objetos interestelares y evaluar posibles anomalías en sus movimientos. La coincidencia entre la distancia mínima y el radio de Hill, junto con la aceleración detectada en su perihelio, convierte al objeto en un caso singular dentro del conjunto de cuerpos que han cruzado el sistema solar. Si su comportamiento resultara tener un origen natural, el evento sería igualmente valioso para comprender mejor los mecanismos dinámicos de los objetos interestelares. Y si, en un escenario menos convencional, se relacionara con algún tipo de tecnología, transformaríamos radicalmente nuestra comprensión del universo y del alcance potencial de otras civilizaciones.
Referencias: “An Extraordinary New Anomaly of 3I/ATLAS”, Avi Loeb, Medium. (Fuente)
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Por: CodigoOculto.com










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