El objeto interestelar 3I/ATLAS podría haber sufrido una desintegración parcial al acercarse al Sol. Las observaciones recientes muestran chorros de gas tan extensos que desafían toda explicación convencional. Avi Loeb plantea que, si el objeto no fue destruido, la hipótesis de un cometa natural deberá abandonarse. El 19 de diciembre de 2025, cuando 3I/ATLAS alcance su punto más cercano a la Tierra, los telescopios espaciales Hubble y James Webb podrán determinar si el visitante cósmico sigue intacto o si se ha fragmentado en múltiples pedazos.
El dilema del cometa natural
Avi Loeb analiza los datos recientes bajo una premisa sencilla: si 3I/ATLAS es un cometa, debería comportarse como tal. Sin embargo, sus cálculos indican lo contrario. Las imágenes muestran una pérdida de masa y una emisión de jets tan potentes que exigen una superficie activa mucho mayor que la observada. Las estimaciones del Hubble indican que el objeto mide unos 5.6 kilómetros de diámetro, pero la energía solar disponible en su perihelio no bastaría para producir la sublimación necesaria. Según Loeb, la tasa de evaporación implicaría una pérdida de miles de millones de toneladas de material al mes, algo físicamente insostenible para un cuerpo de ese tamaño. En sus palabras, “Houston, tenemos un problema“.
El único modo de que esas cifras sean coherentes sería si el cometa se hubiera fragmentado. Al dividirse en múltiples piezas, su superficie total aumentaría y permitiría la emisión de gas y polvo observada. De no ser así, las leyes de la termodinámica y la conservación de energía quedarían violadas bajo el modelo de un cometa natural intacto.
Evidencias de una posible ruptura
El 9 de noviembre de 2025, los astrónomos Frank Niebling y Michael Buechner registraron una imagen notable del objeto: una serie de chorros que se extienden hacia el Sol hasta más de un millón de kilómetros y, en dirección opuesta, hasta tres millones. Loeb calculó que, para que esos jets se mantuvieran durante uno a tres meses, la masa total del objeto debía superar las treinta mil millones de toneladas, con una pérdida mensual de cerca de cinco mil millones de toneladas. Esa escala de pérdida solo es viable si el cuerpo se fragmentó, probablemente en al menos una docena de piezas.

La imagen ha sido muy procesada para mostrar la cola antípoda y la cola “humeante”. Crédito de imagen: Frank Niebling y Michael Buechner / British Astronomical Association
El proceso recuerda al caso del cometa Shoemaker-Levy 9, que se desintegró en múltiples núcleos antes de impactar con Júpiter en 1994. Para Loeb, el escenario más lógico es que 3I/ATLAS haya sufrido un destino similar: su descomposición habría generado la red de chorros visibles en las imágenes recientes.
Cuando lo natural deja de explicar
Loeb plantea un escenario alternativo si las observaciones futuras contradicen la hipótesis de ruptura. En sus propias palabras:
“Si las próximas observaciones revelaran que 3I/ATLAS no fue desintegrado por el Sol y mantuvo su integridad como un solo cuerpo, entonces tendríamos que considerar que no se trata de un cometa natural.
El 19 de diciembre de 2025, 3I/ATLAS alcanzará su punto más cercano a la Tierra, lo que permitirá a los telescopios terrestres, así como a los telescopios espaciales Hubble y Webb, evaluar su integridad”.
Con esta declaración, Loeb abre la puerta a una interpretación más profunda. Si el objeto permanece intacto, las explicaciones convencionales fallarían. Una posibilidad es que el cuerpo no dependa de procesos naturales de sublimación, sino de mecanismos controlados, como propulsores químicos o iónicos. En ese caso, su aceleración no gravitacional podría ser resultado de una tecnología diseñada, no de la evaporación de hielo o polvo.
Un visitante improbable y desafiante
3I/ATLAS ya es inusual por su tamaño y trayectoria. Es más de un millón de veces más masivo que 1I/’Oumuamua y, según los cálculos estadísticos, la probabilidad de detectar un objeto así debería ser extremadamente baja: una vez cada diez mil años. Además, su órbita retrógrada y casi alineada con el plano eclíptico lo hacen aún más peculiar para un cuerpo procedente del espacio interestelar. Estas coincidencias, argumenta Loeb, podrían ser indicios de que 3I/ATLAS no pertenece a la categoría de los cometas naturales, sino a algo que aún no comprendemos.

Imagen profunda de 3I/ATLAS, tomada entre las 5:08 y las 5:22 UT del 9 de noviembre de 2025, mediante una combinación de cinco exposiciones, cada una de tres minutos de duración, con dos telescopios. La dirección hacia el sol es hacia la esquina inferior izquierda. Crédito de imagen: Frank Niebling y Michael Buechner / British Astronomical Association
Lo que esperan los astrónomos
Como Loeb indica en su artículo: el acercamiento del 19 de diciembre de 2025 será una oportunidad crucial para resolver el misterio. Si para esa fecha el objeto muestra fragmentación, la hipótesis del cometa natural se mantendrá en pie. Pero si sigue intacto, el debate científico dará un giro profundo. En ese caso, tendríamos que considerar que no se trata de un cometa natural En ambos casos, el fenómeno ampliará nuestra comprensión sobre los visitantes interestelares y sobre los límites del modelo actual del sistema solar.
Para Loeb, 3I/ATLAS representa más que un cuerpo celeste enigmático: es un recordatorio de que el universo sigue desafiando nuestras certezas. Frente a este tipo de enigmas, el astrónomo insiste en una actitud abierta: no descartar ninguna posibilidad mientras la evidencia siga apuntando a lo desconocido.
Referencias: Avi Loeb, “Did 3I/ATLAS Just Break-Up Near the Sun?””, Medium, noviembre 2025. (Fuente)
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Por: CodigoOculto.com










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