Investigación ha revelado la existencia de restos de un “planeta enterrado” en las profundidades de la Tierra. Todo indica que hace miles de millones de años un planeta colisionó con la Tierra.
Un nuevo estudio sobre la presencia de minerales metálicos en el interior de la Luna aporta nuevas pruebas de que el satélite natural de la Tierra se formó cuando un antiguo planeta chocó con la Tierra hace mucho tiempo.
En esta colisión interplanetaria, teorizada desde hace mucho tiempo y que los científicos creen que ocurrió hace unos 4.500 millones de años, un planeta del tamaño de Marte llamado “Theia” se cortó en fragmentos de lava caliente al impactar con la Tierra.
Mientras que algunos de los restos planetarios de Theia parecen estar enterrados en forma de densas y enormes “manchas” bajo las placas tectónicas de África y el Océano Pacífico, los científicos afirman que siguen sin encontrarse pruebas de adónde fue a parar el resto de Theia tras el choque.
Theia pudo formar la luna de la Tierra
Pero ahora, nuevos datos de la nave espacial GRAIL (Gravity Recovery and Interior Laboratory) de NASA han hallado grandes depósitos reveladores de mineral de titanio y hierro en las profundidades de la superficie lunar, lo que sugiere que los demás restos de Theia formaron, de hecho, la luna de la Tierra.
El geofísico planetario Adrien Broquet, del German Aerospace Center de Berlín, describió los hallazgos del GRAIL de la NASA como “fascinantes”.
El nuevo artículo de su equipo, publicado este mes de abril en Nature Geoscience, se centra en las “anomalías gravitatorias” en las profundidades de la superficie lunar: densas y pesadas bolsas de materia identificadas por los sensores de la nave GRAIL.
Broquet explica:
“El análisis de estas variaciones en el campo gravitatorio lunar nos permitió echar un vistazo bajo la superficie de la Luna y ver lo que hay debajo”.
Bajo la corteza lunar, en la región entre la corteza y el núcleo conocida como manto, la nave GRAIL detectó dos densas regiones que coinciden con los depósitos de titanio e ilmenita de hierro que existirían si la teoría del impacto de Theia fuera correcta.
Tras la probable colisión de Theia con la Tierra, y después de que fragmentos de este planeta perdido quedaran enterrados a gran profundidad bajo la corteza terrestre, los charcos de lava fundida de titanio y hierro pesados de la superficie lunar comenzaron a hundirse más profundamente hacia su núcleo, empujando hacia arriba las rocas más ligeras.
Según Jeff Andrews-Hanna, geofísico del Lunar and Planetary Laboratory de la University of Arizona y coautor del estudio, “nuestra Luna se volvió literalmente del revés”.
Los modelos informáticos de su colega Nan Zhang, de la Peking University (Beijing), ofrecieron el marco original para su teoría de que existiría material rico en titanio en las profundidades de la Luna como resultado de los orígenes de ésta como trozos del planeta Theia.
Andrews-Hanna dijo:
“Cuando vimos esas predicciones del modelo fue como si se encendiera una bombilla. Vemos exactamente el mismo patrón cuando observamos sutiles variaciones en el campo gravitatorio de la Luna, revelando una red de material denso que se esconde bajo la corteza”.
Evidencias de una colisión
De vuelta a la Tierra, dos regiones igualmente densas e inusuales en la base del manto de nuestro planeta -conocidas como Large Low Velocity Provinces (LLVP, por sus siglas en inglés)- también han dado crédito a la teoría de que una colisión interplanetaria “Theia” creó nuestra Luna.
Una de las LLVP se encuentra bajo la placa tectónica africana y la otra bajo la placa tectónica del Pacífico, según las mediciones realizadas por equipos sísmicos similares a los utilizados para detectar terremotos.
Su existencia se estableció cuando los geólogos descubrieron que las ondas sísmicas se ralentizaban drásticamente a una profundidad de 2.900 km en las dos regiones, lo que las diferenciaba de otras partes de la Tierra.
Los científicos creen que el material de estos LLVP es entre un 2 y un 3.5 por ciento más denso que el manto circundante de la Tierra.
El año pasado, investigadores dirigidos por el California Institute of Technology propusieron la idea de que estos LLVP podrían haber evolucionado a partir de una pequeña cantidad de material teiano que entró en el antiguo manto inferior de la Tierra.
Para corroborarlo, pidieron al profesor Hongping Deng, del Shanghai Astronomical Observatory, que explorara esta idea con ayuda de sus métodos pioneros en dinámica de fluidos computacional.
Tras realizar una serie de simulaciones, el profesor Deng descubrió que, tras el impacto que dio lugar a la formación de la Luna, una cantidad significativa de material “teiano” -alrededor del dos por ciento de la masa terrestre- habría penetrado en el manto inferior del antiguo planeta Tierra.
Qian Yuan, coautor de Deng y geofísico de CalTech que también trabajó en este proyecto, dijo en un comunicado:
“Mediante el análisis preciso de una gama más amplia de muestras de rocas, combinado con modelos de impacto gigante y modelos de evolución de la Tierra más refinados, podemos inferir la composición material y la dinámica orbital de la Tierra primordial, ‘Gaia’ y ‘Theia'”.
El equipo de Deng y Yuan publicó su estudio en la revista Nature a finales del año pasado.
Broquet dijo que espera que las futuras misiones de la NASA a la Luna, como las previstas para el programa Artemis, puedan realizar mediciones sísmicas similares: datos sísmicos de la Luna, los primeros de su clase, para corroborar mejor la teoría de la colisión de Theia.
“Futuras misiones, por ejemplo con una red sísmica, permitirían investigar mejor la geometría de estas estructuras”, afirma el investigador.
Fuente: msn
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