El curioso caso del «humanoide reptil» visto en Valencia (España) en 1968
Publicado el 27 Oct 2019
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Hay diversas historias de encuentros con seres tan extraños como increíbles. No siempre los testigos se animan a contar sus experiencias debido a que son objeto de burlas o hasta de acoso. Sin embargo, estos casos han ocurrido y posiblemente sigan ocurriendo.

Este es el caso de un supuesto humanoide reptiliano aparecido en Valencia, España.

En ocasiones hemos escuchado voces y testimonios sobre humanoides de todo tipo y pelaje, incluyendo estos seres del tipo reptil que tanto furor hacen en las redes. Existen casos de lo más complejo a este respecto, pero ninguno como el avistamiento del cazador Mateo Chóver en Yesa, Valencia, España en 1968.

El incidente ocurrió el 31 de agosto de 1968 aproximadamente a las 16:00 horas. Aquí tenemos a tres cazadores de Liria (Valencia) que rondaban los 50 años de edad, haciendo un descanso para prepararse una «torrá» de carne en las proximidades de un barranco situado a unos 5 km al este de la pequeña localidad montañosa de La Yesa (Valencia). Iban a comer y se les notaba relajados. Pero aquella torrá de carne venía acompañada de una sorpresa. Algo les llamó la atención. Una especie de «flash» en el cielo. Qué era eso.

El encuentro con un «reptiliano»

Segundos después, uno de los cazadores, Mateo Chóver, dejó la escopeta y el zurrón en el suelo y se acercó al borde del barranco para orinar, un poco ajeno a la luz, sorprendiéndose al observar, al otro lado del citado barranco por el que discurría un riachuelo y a unos cien o ciento cincuenta metros de distancia, la figura de un ser de tipo humanoide que presentaba unas características increíbles: complexión atlética, cabeza de lagarto (sin casco) con dos ojos rojos, manos como garras (en una de ellas sujetaba un casco transparente con visera blanca) y rabo similar al de un gato que llegaba a tocar el suelo. Así como suena.

El curioso caso del «humanoide reptil» visto en Valencia (España) en 1968

Estas tres partes visibles del ser aparecían desnudas y eran de color gris; el resto de su cuerpo aparecía cubierto por un mono blanco, que bajaba desde el cuello, cubriendo las muñecas y terminando en unas botas blancas. Adosada a su espalda, se distinguía una mochila metálica o caja rectangular de color «aluminio», de medio metro de altura, que brillaba rematada por una antena negra.

El ente, ofrecía la impresión de estar «esperando a algo o a alguien», conforme lo manifestado por Chóver y aunque el testigo no estaba seguro del todo debido a la distancia, creyó que el humanoide sacaba de vez en cuando por la boca una lengua bífida.

El humanoide reptiliano parecía no haberse percatado de la presencia de Mateo, quien, agachado entre unos romeros, se giró y avisó mediante señas a sus compañeros para que se acercaran en silencio. Los tres amigos lo vigilaron durante «unos 3 minutos», hasta que recibieron un susto tremendo al aparecer instantáneamente sobre el algarrobo, a unos diez metros de la copa, un cilindro de aspecto metálico y color negro «que reflejaba el Sol en sus esquinas».

Le calcularon unos treinta metros de longitud por diez más o menos de grosor. Se hallaba completamente estático, en posición horizontal, paralelo al suelo, en sentido noreste-suroeste. No se escuchó ruido alguno, pero el miedo los invadió.

El curioso caso del «humanoide reptil» visto en Valencia (España) en 1968

Arrastrándose por el suelo y temiendo por sus vidas ya que nunca antes habían visto cosa parecida (pensaron que seres de otro mundo estaban invadiendo España), los asustados testigos retrocedieron hasta refugiarse con sus escopetas entre unos zarzales, para pasar desapercibidos, llegando a perder Chóver su gorra de caza por el estrés.

Así se mantuvieron, sudando, durante «un rato largo», pero cuando llevaban escondidos un par de minutos escucharon, procedente del barranco, «un fuerte ruido como de engranajes o maquinaria en funcionamiento, que paró enseguida». De nuevo les llamó la atención una especie de «flash» en el cielo. En ello, uno de los cazadores de nombre o apellido Guillém, dijo: «será que se han ido…», mientras que otro, Rafa Llopis, estaba lleno de miedo. Al final salieron con precaución del refugio, comprobando que tanto el OVNI como el misterioso humanoide habían desaparecido.

Algo más serenos, bebieron agua de sus cantimploras, atravesaron el barranco y se pusieron a investigar el suelo con las escopetas cargadas alrededor del algarrobo, cuyas ramas y hojas más altas aparecían ahora como «quemadas». El lugar olía a azufre, elemento que aparece muy a menudo en la casuística OVNI. La tierra estaba reseca y hallaron varias huellas de pisadas uniformes de bota de suela lisa, sin tacón, sin hendiduras, escoriaciones o marca alguna. Al observar las huellas y comparar el hundimiento de ellas con los de sus botines de caza, los testigos calcularon que el individuo debería pesar al menos 150 kilos. El  humanoide era una mole, literalmente.

El curioso caso del «humanoide reptil» visto en Valencia (España) en 1968

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Por contraste con el tamaño del árbol, el humanoide debía medir unos dos metros y veinte centímetros o algo más, pues «casi tocaba con la cabeza las ramas bajas». Guiados por la intuición se dirigieron después hacia una cueva que sabían que existía en la ladera de un monte cercano, pensando quizás que el humanoide había podido salir de allí, «por si se hubiera dejado algo raro dentro de la cueva». Y allí fueron. Al llegar advirtieron que era imposible meterse en la caverna por lo tupido de la espinosa maleza que cubría la entrada. Conmocionados, optaron por dejar la «torrá» para otro día, abandonaron la caza de tórtolas y regresaron andando hacia el lugar donde habían estacionado sus motocicletas. Durante el trayecto, se encontraron con una pareja de la Guardia Civil, a quienes informaron de lo ocurrido. Los guardias, que no tomaron nota, tras escucharles respondieron: «por estas tierras eso es normal; los ha visto más gente».

Al llegar a sus casas, los testigos comentaron que habían visto «algo que no era de este mundo» a sus familiares más allegados y amigos íntimos, pero el suceso no trascendió a la opinión pública jamás. Poco más se sabe de esta interesantísima visión de un humanoide del tipo reptil y un OVNI alargado. Destaca el detalle de la escafandra y la tonalidad grisácea de su piel. ¿Qué era aquello? ¿un reptiliano real? Cabe resaltar que este no es el único caso.

Fuente: Ufopolis

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Redacción CODIGO OCULTO

Redacción CODIGO OCULTO

Autor

La verdad es más fascinante que la ficción.

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